Otra vez en verano la vergüenza de las aerolíneas. O, más concretamente, la desvergüenza de algunas que no dudan en dejar tirado a un pasaje entero durante dos días en el aeropuerto de Madrid-Barajas. Nos referimos a la compañía Air Comet, propiedad del grupo Marsans, que últimamente también ha sido noticia por la venta de Aerolíneas Argentinas. Es impresionante ver cómo con argumentos tan enclenques como los tan manidos “fallos mecánicos” se puede cancelar el vuelo de unas personas y despreocuparse por ellas. Air Comet y sus responsables no tienen perdón, lo decimos bien alto y claro. Lo que la aerolínea debía haber hecho es coger a todos los pasajeros y ofrecerles otro vuelo a su destino en el menor plazo de tiempo posible. Pero, en vez de eso, han optado por dejar a los viajeros a su suerte en el Aeropuerto de Barajas, reaccionar tarde ofreciéndoles un hotel y esperar a que llegase un vuelo de Air Comet desde Buenos Aires para operar el que tuvo que ser suspendido. De vergüenza y, encima, lo realiza una aerolínea española.
Suele ser en verano cuando más afloran estos problemas y cuando se demuestra que vivimos en una república bananera. Por mucho que se esfuerce el Ministerio de Fomento en renovar su web para informar a los viajeros (noticia), ¿de qué le sirve a un pasajero que se queda en bragas ante esta situación? El afectado sólo tiene el recurso de la reclamación, que no suele llegar a ningún sitio. Eso y poner una gran sonrisa a la espera de que le trasladen en otro vuelo.
La actuación de la administración española en estos casos es nula. El permiso para operar vuelos en territorio español es un tema potestativo del Estado, quien da una autorización a las aerolíneas para que lo exploten comercialmente. Para llegar a esto, la firma en cuestión debe pasar una serie de controles y cumplir un conjunto de requisitos. La Dirección General de Aviación Civil se encarga de controlar estas cuestiones. ¿Se le realizará una investigación a Air Comet? Deberían: no es el primer incidente de este tipo y además se han alegado problemas mecánicos en el aparato para no despegar. Pero lo más seguro es que Aviación Civil no haga nada…
Con ello se contribuye a dar pie al fantasma de la permisividad que ya apreció con el caso Air Madrid, cuando se supo que la compañía estuvo volando mucho tiempo sin haber pasado todos los controles de seguridad. Y es que, hilando, a uno no le extraña que sucedan estas cosas cuando se entera de que en muchas aerolíneas algunos de sus ejecutivos han desempeñado cargos en la Dirección General de Aviación Civil, donde han dejado muchos amigos. Eso sí, al cliente que le zurzan, por no emplear una palabra más rotunda.