MADRID.- A la fuerza, ahorcan. Es un dicho clásico del sabio refranero español. Y eso es lo que está sucediendo en la administración pública nacional y en las empresas ligadas a la misma. El Gobierno de Mariano Rajoy (PP), desde diciembre de 2011 en el poder, aunque parece que ya lleve dos o tres años por la cantidad de reformas que ha puesto en macha, está plenamente convencido de que conseguir la eficiencia en la administración es prioritario. Y el Grupo AENA, gestor de los aeropuertos y las infraestructuras asociadas, no va a ser una excepción.
La intención del Ejecutivo es poner fin a años de uso político de los aeropuertos y conseguir que los mismos sean rentables para España y para el sector aeronáutico. Las últimas cuentas hechas públicas por AENA detallan que sólo 10 aeropuertos de los 49 que funcionan en España son rentables, es decir, que obtienen beneficios. Entre ellos no se encuentran los más importantes por volumen de pasajeros: Madrid-Barajas y Bacelona-El Prat. El total de la red aeroportuaria obtiene unas pérdidas de 220,39 millones de euros en 2011. No obstante, su Ebitda (resultado de las operaciones de negocio sin descontar amortizaciones, intereses, impuestos y tasas) es de 856,75 millones. Por lo tanto, la actividad es rentable, el verdadero agujero es la inmensa deuda de 12.000 millones de euros que pesa sobre la red y que resta recursos en la mayoría de aeródromos.
Pero no sólo el pago de los intereses y la devolución del capital es lo que lastra la economía de los aeropuertos. La construcción de infraestructuras inútiles por políticos descuidados con el gasto público también está pesando en las cuentas públicas. Ahí están los ejemplos de León o Huesca. O el del Aeropuerto de Castellón (gestionado por Aerocas, una empresa pública en la que AENA no tiene nada que ver), patrocinado por Carlos Fabra, presidente del PP de la misma provincia, y que ha tildado de “ineptos” a quienes han criticado un aeródromo que no ha entrado en funcionamiento todavía (ya tiene un año de vida). Fue el propio Fabra quien animó a los vecinos a pasear por las pistas de aterrizaje hasta que se dé el uso que les corresponde a las mismas. Fabra debió pensar que si Valencia y Alicante tienen aeropuertos, por qué no iba a tenerlo Castellón y se gastó 150 millones de dinero público.
Orden en casa
Para intentar sacar a AENA del atolladero en el que se encuentra, hacerla eficiente, rentabilizarla y privatizarla, que es el objetivo último tanto del PP como del PSOE, José Manuel Vargas, presidente de la empresa pública, ha presentado el plan estratégico que se seguirá hasta 2016. El mismo contempla la elaboración de un plan de viabilidad por cada aeropuerto que tendrá como premisa la austeridad y el uso racional de las infraestructuras.
Así, los 18 aeropuertos más pequeños que gestiona AENA (con menos de 500.000 pasajeros anuales) se tendrán que adaptar al tráfico modificando sus horarios de funcionamiento. Ello redundará en menores costes de personal y suministros. ¿De qué sirve que el aeropuerto de León, con 85.700 pasajeros anuales, deba estar operativo las 24 horas? ¿O el de Huesca-Pirineos, con menos de 3.000 pasajeros anuales y que estaba llamado a ser un referente para el turismo de nieve?
El objetivo de Vargas es que de los 49 aeropuertos que conforman la red, 30 generen un resultado de explotación positivo frente a los 17 actuales. Además, el presidente de AENA prevé que “la abultada deuda” que acumula la empresa, que a largo plazo “no supone ningún riesgo”, se reduzca, aunque no ha especificado en cuanto. La subida de tasas (un 10,2% de media en 2012) y la renegociación de los contratos con los proveedores de AENA serán otras de las medidas para hacer la empresa más eficiente, junto con un nuevo plan de explotación comercial para aumentar los ingresos de este área un 20% (fundamentalmente en comercios y similares en los aeropuertos).
La internacionalización será otra clave para AENA. Esto afecta más a la propia empresa que a los aeropuertos, pero servirá para generar recursos que ayuden a mantener y gestionar los mismos. La compañía ya participa en el capital y la gestión de 27 aeropuertos fuera de España. Es curioso que una empresa pública de un país que no ha privatizado su sector aeroportuario tenga participaciones y poder de gestión en aeropuertos privados de otros países. AENA apuesta por Latinoamérica, donde ya ha intentando penetrar a través de Brasil
¿Se acabó la política?
El principal problema de los aeropuertos nacionales y de AENA ha sido la política. Y es que los responsables públicos regionales han visto en los aeródromos la forma de vender su apuesta por la comunidad o la provincia en la que gobiernan. En muchos casos, la motivación también era económica y se creía que plantando un aeropuerto en mitad de una región atraería el turismo a la misma de forma automática.
Los aeródromos, como infraestructuras que son, conllevan un coste muy elevado y su construcción siempre debe valorarse desde el punto de vista de la rentabilidad, no sólo económica de la propia instalación, sino también de la región a la que deben servir. Como no nos cansamos de referir desde esta publicación, el turismo es riqueza, puestos de trabajo, ingresos para empresas, destinos e impuestos. Pero no es un ente que con sólo mencionarlo actúe sólo, sino que exige de una preparación, promoción y dedicación que la mayoría de políticos han obviado. Cuando la economía marchaba bien y había dinero (prestado en la mayoría de las ocasiones) la consigna era no planificar, sino gastar para demostrar quien era mejor. Y las consecuencias son las que vivimos ahora.
1 comment
Menudo derroché, solo hay que ver el aeropuerto de Castellón. Ni un solo avión a pasado aun por sus instalaciones y para más inri su diseño de pistas no esta sujeto a la normativas.
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