Hay negocios que pueden ser de riesgo en España. Por ejemplo, uno que hable sobre la cultura del toro. Aunque parece que todo está dicho y que el toro sólo sirve para matarse en la plaza por los toreros o bien para correrse por las diversas fiestas españolas, la realidad es que detrás de este animal milenario hay mucho más. Y a demostrarlo se dedica la empresa Aprende de toros, puesta en marcha por José María Ramos y otros socios.
“Es un proyecto didáctico”, explica Ramos, que tiene una larga experiencia en este campo, ya que fue fundador de Bull Watch Cádiz, una empresa especializada en dar a conocer la vida del toro a través de ganaderías gaditanas. Con Aprende de Toros, Ramos da el salto a toda España y amplía su catálogo de productos a la gastronomía alrededor de este animal, las posibilidades de vivir en un cortijo y de realizar las labores de cría del toro o la organización de conferencias y coloquios sobre este mundo apasionante.
Es cierto que si el toro no acabase en una corrida dentro de cualquier plaza española, lo más probable es que este animal se hubiese dejado de criar hace años. Es un argumento para los antitaurinos, que critican con vehemencia que se maltrate y torture a estos animales para diversión del público. Pero no es menos verdad que el toro, durante su crianza, tiene un papel fundamental en el mantenimiento de un ecosistema que sería peor si el animal no existiese. Con respecto a esto, Ramos explica que su empresa se dirige a los aficionados, pero también a los que no lo son, porque “se trata de educar, no de ir al campo ni al festejo”.
En definitiva, una forma de conocer al toro en la distancia corta, su vida en el campo, su crianza, sus peculiaridades, la vida de las personas que viven gracias a él y de él, las comidas que se pueden guisar con la carne de toro, fotografías, paseos a caballo entre toros… No hay que olvidar que este mundo mueve 3.500 millones de euros anuales, que criar a un toro durante cuatro años cuesta 5.000 euros y que en España hay cerca de 600.000 hectáreas dedicadas a la cría de ganado bravo, aunque otras fuentes las cifran en 280.000 hectáreas.