Brasil está haciendo un trabajo económico y turístico importante en los últimos años. Por un lado, el país iberoamericano es uno de los que mayores crecimientos obtiene entre las economías emergentes. Por otra parte, está preparando sus infraestructuras, sociedad e imagen para los dos eventos que le darán relevancia mundial de forma definitiva: el Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos en 2016.
Sin embargo, los hoteles de Río de Janeiro, una de las más turísticas, han sentado un mal precedente. Y es que los establecimientos de la ciudad carioca han elevado sus precios hasta cifras desorbitadas con motivo de la próxima conferencia de la ONU sobre desarrollo sostenible Rio+20 (entre el 20 y el 22 de junio). Desde el Parlamento europeo ya se ha anunciado la cancelación del viaje que la comitiva iba a realizar a Brasil para asistir a la misma. Según las informaciones, se está obligando a los asistentes a reservar una semana entera, cuando el encuentro dura sólo tres días.
En cuanto a los precios, un paquete de diez noches en un hotel de tres estrellas cuesta unos 2.100 dólares (1.623 euros). Muchos asistentes han puesto el grito en el cielo y las propias autoridades de Río de Janeiro han llamado la atención a los hoteleros. Sin duda, Brasil debe aprovechar los eventos que se van a celebrar en los próximos meses y años para posicionarse en el mundo, llegar a ser una potencia económica y generar un mayor flujo de turistas. Pero no puede cometer abusos en una época de austeridad. Por el bien del país y de su imagen de marca.