MADRID.- La desaparición del vuelo MH370 de Malaysian Airlines va camino de convertirse en un verdadero misterio. El vuelo despegó el sábado 8 de marzo del aeropuerto de Kuala Lumpur (Malasia) con destino Pekín (China). A bordo viajaban 227 pasajeros y 12 miembros de la tripulación. Después de dos horas de vuelo, la compañía aérea perdió contacto con el avión, un Boeing 777, que desapareció de los radares. Y desde hace una semana no se sabe nada más y todo son especulaciones.
¿Cómo puede desaparecer un avión de pasajeros, cargado y completo, durante siete días sin dar señales de vida y en plena era de las telecomunicaciones y los satélites? En un primer momento se barajó la posibilidad de que se tratase de un atentando que hubiese hecho explosionar el avión en pleno vuelo. Sin embargo, ningún grupo terrorista (se apuntó a movimientos disidentes chinos) ha reivindicado el supuesto ataque. Otro hipótesis que se ha barajado es que se trate de un secuestro, pero igualmente nadie ha reivindicado el mismo desde hace una semana. Esta opinión se sustentaba en que las autoridades habían descubierto que al menos dos personas accedieron al vuelo con pasaportes falsos. Después se comprobó que eran inmigrantes ilegales.
En cualquier caso, la hipótesis del secuestro, junto con la del accidente, son las más plausibles. Las últimas informaciones indican que el vuelo dio media vuelta y fue pilotado hacía el oeste de Malasia, a las islas Andamán, según investigadores citados por la agencia Reuters, que han analizado registros de radares militares. A esto se suma el hecho de que varios familiares hayan llamado a los móviles de los desaparecidos, que daban señal y parecían ser colgados. Los esfuerzos de localización se han dirigido a esta zona.
A lo largo de los últimos siete días se han arrojado explicaciones contradictorias y sin confirmar. Por ejemplo, China publicó unas fotografías tomadas por satélite en las que se podía intuir la marca de un elemento estrellado en el suelo. Las investigaciones en la zona marcada desvelaron que allí no había nada. La búsqueda del avión, de los pasajeros y de posibles supervivientes se ha localizado en el Golfo de Tailandia, aunque se van a extender la labores de búsqueda al Océano Índico, puesto que la autonomía del vuelo le permitiría llegar hasta al mismo. Hace pocos días, el diario The Wall Street Journal aseguraba que investigadores estadounidenses, a los que no identificaba, habían hallado que el avión siguió volando cuatro horas después de su desaparición. Esta hipótesis también ha sido puesta en duda.
Control del vuelo
Si el avión se hubiese estrellado, habría sucedido en la ruta prevista o cerca de la misma, por lo que los restos habrían quedado desperdigados. Sin embargo, hay muchos puntos oscuros para mantener esta teoría. Los vuelos comerciales son constantemente controlados por los diversos espacios aéreos que atraviesan. Una vez ue un vuelo despega de un aeropuerto, el piloto se encuentra en constante comunicación con los controladores de los espacios aéreos y países por los que circula. Asimismo, los radares identifican los ecos de los vuelos. Para el control aeronáutico se usan radares secundarios, que además de situar la posición del vuelo por el rebote de las ondas, reciben información del mismo sobre diversos parámetros.
Ante un caso de emergencia, los pilotos deben mantener el rumbe o al menos intentar mantener el control del vuelo, así como notificarlo a los controladores del espacio aéreo en que se encuentren para que de dispongan los elementos de ayuda necesarios. Nada de esto sucedió, por lo que se ha planteado la hipótesis de que sucediese un accidente fortuito que impidiese al piloto notificar la incidencia. Algo muy raro, aunque no imposible, en los aviones modernos con los sistemas de seguridad de que disponen. El tiempo atmosférico tampoco eran un problema, puesto que los informes meteorológicos hablaban de limpieza en los cielos.
Entonces, ¿dónde se encuentra el avión? Nadie lo sabe y, tras una semana, quizá se tarde mucho tiempo en saberlo. Los familiares son los más perjudicados, a parte de los desaparecidos, porque no saben nada y las autoridades malayas están siendo poco transpartentes con las tareas de búsqueda y la información que aportan. La gran duda sigue: ¿a dónde ha ido a parar un Boeing 777 en una época hiperconectada?