El 9 de noviembre se conmemoran los 25 años de la caída del muro de Berlín, la frontera artificial levantada el 13 de agosto de 1961 por el gobierno comunista de la República Democrática de Alemania, como explicamos en nuestro monográfico de Revista80dias VIP. Ambas fechas, la de la construcción y la del derribo del muro, marcan hitos en la historia europea reciente y también en la mundial. Tras el fin de la II Guerra Mundial (1939-1945), las potencias vencedoras deciden dividirse Alemania en áreas de influencia: EEUU, Reino Unido y Francia gestionan la parte Oeste de Alemania, mientras que la URSS se encargó de la parte Este. Por su lado, Berlín, que había sido la capital del III Reich de Hitler, queda dividida de la misma manera.
Hay que tener en cuenta que, potencias con intereses tan contrapuestos como los aliados occidentales (EEUU, Reino Unido y Francia) y la Unión Soviética (URSS), se habían puesto de acuerdo para vencer a un enemigo común, pero seguían manteniendo sus diferencias insalvables. Mientras en Occidente las democracias decimonónicas daban paso a los nuevos estados sociales y de derecho, la Unión Soviética mantenía una “dictadura del proletariado” que, en realidad, era una dictadura política sin más apellidos, caracterizada por la inseguridad jurídica, la falta de respeto a derechos fundamentales y humanos y el enriquecimiento de las élites del poder.
El final de la guerra terminó con el espejismo de colaboración y definió los dos bloques que se enfrentarían desde 1949: las democracias occidentales y los regímenes comunistas del Este. La construcción del muro del Berlín supuso la exteriorización de este enfrentamiento y fue la reacción inmediata a la continua emigración que se producía desde el Berlín Este comunista al Berlín Oeste occidentalizado y más próspero. Las autoridades soviéticas decidieron aislar a los ciudadanos berlineses, pero también a los del resto de Alemania, construyendo una frontera física entre la República Federal de Alemania (occidental) y la República Democrática de Alemania (RDA), y a los de otros países de Europa. De la noche a la mañana, dieciséis años después del fin de la guerra, se desplegaba sobre Europa lo que se conoció como “telón de acero”: la división del continente entre países asociados a los EEUU, y al estilo de la democracia occidental, y los países cercanos a la órbita de la URSS, bajo gobiernos comunistas y dictatoriales. Aunque se escapa a este breve resumen, en este momento surgirían organizaciones como la OTAN y el Pacto de Varsovia. La división de Europa trajo la denominada “guerra fría”, un conflicto mundial mudo que se desarrollaba entre EEUU y la URSS a través de guerras regionales en países sobre todo asiáticos. También fue la época de la proliferación de armas nucleares.
La división de Europa tuvo como consecuencia la evolución de las sociedades que estaban a un lado o al otro del muro de forma diferente. Aquellas que mantenían democracias activas (a excepción de España, que fue una dictadura hasta 1978) se beneficiaron de una economía capitalista, de crecimiento económico y los progresivos derechos sociales fueron dando a sus ciudadanos. Por contra, los que se encontraban en la parte soviética o bajo regímenes comunistas, con economías centralizadas y el más mínimo detalle social y político controlado por las autoridades, sufrieron años de retraso. Por su lado, en 1957, algunos países de la Europa occidental habían creado la Comunidad Económica Europea, el embreión de la actual Unión Europea.
En 1989, con la presión de las democracias occidentales, las ansias de libertades políticas y sociales de los pueblos bajo sistemas comunistas, y una economía decadente, el final de la URSS como potencia mundial se vislumbraba cercano. En cualquier caso, los alemanes decidieron tomar las riendas de su destino y, la noche del 9 de noviembre, se concentraron en la Puerta de Brandenburgo, y otros lugares de Berlín, para derribar el muro y hacer desaparecer una cicatriz artificial creada por los políticos en el corazón de un pueblo. Las autoridades sociéticas no se atrevieron a repeler a los ciudadanos berlineses de un lado y otro del muro y, además, Mijail Gorvachov, el presidente de la URSS, había dado el visto bueno a la desaparición del muro berlinés. De hecho, Gorvachov había puesto en marcha, desde su llegada al poder, un proceso aperturista en la URSS, conocido como perestroika, que acabaría con la desmembración del gigante comunista, el fin de su influencia en los países del Este europeo y la creación de Rusia y una democracia disfuncional en el país euroasiático. Como consecuencias inmediatas de la caída del muro se dio la unificación de Alemania y el progresivo crecimiento de Europa.
Alemania aprovecha este 25 aniversario para recordar todos estos hechos. En la ciudad aún quedan restos del muro y se han organizado diversas exposiciones y actos para explicar su importancia histórica y sus consecuencias. En cualquier caso, en la capital alemana existen varios museos que haban sobre la vida en el Berlín comunista y sobre la historia de este periodo. En nuestro especial sobre los 25 años de la caída del muro, hacemos un repaso de la Historia de Alemania, fundamental para entender su posterior división, y también de las consecuencias que tuvo la construcción del muro no sólo en Berlín, sino en ciudades como Linz o Viena, y de los lugares que se pueden visitar en todas estas localidades aprovechando la Historia como excusa para conocer otras realidades.
¿Cómo se produjo la caída del muro de Berlín?
Es una curiosa historia en la que el periodismo tuvo un ápice de protagonismo. El 9 de noviembre de 1989, el Gobierno de la RDA convoca a los periodistas a una rueda de prensa para explicar el acuerdo al que había llegado: facilitar los viajes de los alemanes del Este a otros países. Hasta ese momento, los alemanes de la República Democrática (comunista) habían tenido muy restringidos sus viajes al exterior, con un control férreo por parte de las autoridades y los servicios de inteligencia. Como explicamos más arriba, al política aperturista de Gorvachov y los cambios que se estaban produciendo en la sociedad a finales de los años ochenta del siglo pasado hacían inevitable cambiar las normas de juego.
Günter Schabowski, el portavoz del Gobierno, expuso el acuerdo, pero un corresponsal italiano en la ciudad alemana quiso saber más y preguntó sobre la relajación en las condiciones de viaje al exterior. Schabowski acabó reconociendo que cualquier ciudadano de la RDA podría viajar fuera, incluidos los berlineses, que podrían cruzar el muro. Y que la apertura de las fronteras era inmediata, aunque en realidad el acuerdo no entrava en vigor hasta el día 10 de noviembre. A partir de este momento, las televisiones alemanas de la República Federal empezaron a lanzar la noticia y los teletipos comenzaron a repiquetear la relajación de los controles fronterizos entre las dos Alemanias. El muro estaba sentenciado y la división política y social del país europeo se desmoronó la noche del 9 de noviembre entre multitudes fervorosas por encontrarse a uno y otro lado.
A continuación, el reportaje que el programa Informe Semanal, de Radio Televisión Española, realizó sobre este hecho histórico en 1989: