Alitalia vuelve a declararse en quiebra. En 2008, la aerolínea estatal italiana vivió la misma situación y el Gobierno decidió privatizarla para salvarla y convertirla en una empresa rentable. El 15 de marzo, el consejo de administración aprobó un plan de negocio que preveía recortes, incrementos de ingresos y despidos entre los 12.500 trabajadores de la aerolínea. Los sindicatos de la empresa han rechazado este plan y los consejeros de la aerolínea han decidido solicitar la suspensión de pagos. Alguns medios italianos explican que Alitalia se quedaría sin fondos para seguir operando a mediados de mayo.
Para garantizar las operaciones y los vuelos vendidos, el Gobierno italiano dará un crédito puente de 600 millones de euros a la compañía. Hasta final de año, un grupo de tres personas se encargará de valorar las posibilidades de futuro de la empresa. El problema de Alitalia, que ya arrastraba en 2008, es que pierde 1 millón de euros al día. La compañía aérea no ha sabido hacerse un hueco en los recorridos de largo radio, el segmento en el que podía obtener una cierta rentabilidad, ya que en el corto y medio radio debe competir con compañías aéreas más eficientes y de bajo coste.
En el plan de negocio elaborado por el consejo de administración se preveían medidas como la incorporación de procesos de bajo coste, la renegociación de contratos con proveedores, la reducción de la flota en 20 aparatos y la apertura de nuevas rutas hacia el continente americano. Además, el plan preveía el despido de 2.000 trabajadores, entre temporales e indefinidos, con lo que la plantilla se quedaría en 10.500 empleados. Con estas medidas, los ejecutivos de Alitalia esperaban reducir sus costes en 1.000 millones de euros en tres años, a la vez que se incrementaban los ingresos un 30%, hasta los 3.700 millones de euros anuales.
El rechazo del plan por los sindicatos ha provocado que ninguno de sus accionistas tenga la intención de seguir financiando una empresa deficitaria. Los bancos y entidades de crédito tampoco quieren insuflar dinero en una empresa de dudosa viabilidad y que no parece dispuesta a acometer una profunda reestructuración.
A través de la Compagnia Aerea Italiana, holding que posee el 51% de Alitalia y reúne a empresas como el banco Intesa San Paolo, Correos Italia, Air France-KLM o Pirelli, el Gobierno ha inyectado cerca de 7.000 millones de euros de dinero público. A pesar de ello, Alitalia puede acabar sus días con deudas superiores a los 3.000 millones de euros, que son las que figuran en su balance. El 49% de la compañía italiana se encuentra en manos de la aerolínea dubaití Eithad Airways.
Las opciones de Alitalia son reducidas. Cabe la posibilidad de que el gobierno italiano renacionalice la empresa, pero sería a costa de crear un conflicto con sus accionistas, a los que tendría que indemnizar. Además, en mayo de 2018 habrá elecciones en Italia: una parte del electorado verá con buenos ojos la salvación de la compañía y de los puestos de trabajo; pero otra parte de los electores considerarán que 7.000 millones de euros son suficientes, sobre todo con una economía estancada y con reformas pendientes.
Otra posibilidad es vender Alitalia a un comprador interesado, que podría ser una aerolínea de la competencia. Aunque para ello será necesario reestructurar Alitalia y hacerla apetecible, lo que con toda seguridad conllevará despidos y huelgas. Según la propia empresa, en 2016 ha conseguido unos ingresos de 2.902 millones de euros y unas pérdidas de explotación de 49,33 millones. El problema viene al descontar amortizaciones y pérdidas de valor, lo que eleva los número rojos a 531 millones de euros.
La otra opción es liquidar la aerolínea y hacerla desaparecer, aunque es un camino difícil, por el coste político que tendría para el Gobierno enviar al paro a más de 12.000 trabajadores. En cualquier caso, Alitalia vive su particular “día de la marmota” y vuelve a encontrarse en una situación similar a 2008.