El 1 de octubre de 1949 nació la República Popular China, proclamada por Mao Tsé-tung, por lo que se cumplen 70 años del nacimiento de uno de los países comunistas que todavía perviven en el mundo, el actual Estado chino. Pero esta fecha fue el colofón de un prolongado periodo histórico que se inicia con la caída de la última dinastía imperial, la guerra contra Japón, la guerra civil china y la proclamación de la República.
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La caída de la dinastía manchú
Entre 1911 y 1925 se produjo la caída de la dinastía imperial manchú, que había mantenido a China bajo un sistema feudal. Para que esto se llevase a cabo los nacionalistas del Kuomintang y los comunistas, a pesar de sus enconadas diferencias, tuvieron que unirse con el objetivo de derrocar a la dinastía imperial. El Kuomitang, un partido político liderado por Chiang-Kai-shek, se había creado en 1905 y defendía los intereses de la burguesía comercial y de los terratenientes, que eran los actores sociales más influyentes del movimiento revolucionario. Su objetivo fue la creación de un Estado chino independiente que se rigiese por fórmulas democráticas occidentales, centralizado, y cuyo progreso estuviese ligado al desarrollo de las capas burguesas y los propietarios medios. Al lado de este partido se situaron los propietarios, grandes comerciantes, industriales y financieros chinos, que querían sustituir la presencia europea y obtener los beneficios que ésta dejase. También se encontraban los pequeños propietarios, empleados y funcionarios, convencidos de la propaganda nacionalista.
Por su lado, el Partido Comunista Chino (PCCh) se fundó en 1921 y aprovechó el descontento del campesinado y las difíciles condiciones económicas, laborales y personales de los obreros industriales de ciudades como Shanghai. China se caracteriza por su lento desarrollo industrial y en la década de 1920, en las pocas industrias que existían, las condiciones de explotación de los 2 millones de obreros suscitaron movimientos de protesta, huelgas y adhesiones al grupo de intelectuales y clandestinos que fundaron el Partido Comunista. Obreros industriales, campesinos desposeídos e intelectuales progresistas serán los incondicionales del PCCh.
Así surgieron los dos actores principales que reunían las visiones tan diferentes de los problemas sociales y económicos que aquejaban a China en los inicios del siglo XX. El derrocamiento de la dinastía imperial llevó al Kuomitang al poder, pero su nefasta gestión de los problemas del campesinado arrojó a las clases más pobres en brazos de los comunistas. Hasta su muerte en 1925, Sun-Yat-sen, fundador del Kuomitang, consiguió una alianza con el PCCh para colaborar en la reconquista de casi todo el territorio histórico chino. A su muerte, Chiang-Kai-shek, un convencido anticomunista, le relevó al frente del Kuomitang. Se produjo la ruptura del acuerdo, que llevó a la persecución e ilegalización de los comunistas chinos.
La larga marcha y la invasión japonesa
Hasta 1937, Chiang se aplicó en el exterminio de los comunistas y el PCCh quedó reducido a su mínima expresión. Se produjo la “Larga Marcha”, un momento histórico en el que los partidarios del Partido Comunista se vieorn acosados y sufrieron diferentes derrotas militares a manos de los nacionalistas, hasta que 20.000 comunistas se pusieron a salvo en la provincia de Shensi. Entre finales de los años 20 y principios de los años 30, Mao Tsé-tung había surgido como líder comunista y había elaborado un discurso político en el que conjugaba nacionalismo con las demandas más populares.
A la postre será esta ideología la que acabe triunfando en China, sobre todo a partir de 1937, cuando se reestablecen las relaciones entre el Kuomitang y los comunistas con el objetivo de repeler la invasión japonesa. Desde este momento, los comunistas iniciaron una remontada que les llevó a hacerse con el Gobierno del país y proclamar la República Popular. Mao, bajo su proyecto de “Nueva Democracia”, acogió las reivindicaciones campesinas y sus necesidades, en oposición a las formas cada vez más autoritarias y corruptas del gobierno de Chiang.
El maoísmo propuso una conjunción de las clases interesadas en la independencia con las que promovían una revolución social. La idea era modernizar China y sacar al país de su atraso social e industrial. Reforma agraria, nacionalización de intereses extranjeros, gran banca y empresas industriales son los grandes postulados. El Gobierno de Chiang sólo favorecía los intereses especuladores y no había hecho nada para acabar con las desigualdades. A ello se sumaba que en la guerra contra la invasión japonesa, el ejército nacionalista, desmoralizado y mal pertrechado, había incurrido en pillaje contra la población. En contraste, el ejército comunista (o rojo) trataba a la población civil de forma exquisita. Los avances del ejército rojo en la lucha contra los japoneses llevaron a Chiang a reservar sus mejores fuerzas y equipamiento bélico para la guerra civil que preveía.
Tras la derrota japonesa en la II Guerra Mundial, EEUU decidió apoyar al gobierno nacionalista y aprovechó para introducirse en la economía del gigantesco país. Además, Chiang recibió apoyo militar estadounidense, que se centró en la ocupación por las tropas americanas de las regiones chinas que los japoneses habían dejado libres tras su derrota. Por su lado, las tropas del ejército maoísta habían ocupado el norte de China, más industrializado y con mayor rendimiento agrícola. En la retirada japonesa, el ejército comunista había incautado armas y otro material bélico, por lo que pudo pasar de su etapa de guerrilla a la formación de un verdadero ejército moderno.
La guerra civil china
La ayuda militar y económica estadounidense mantuvo a Chiang en el poder sin mucho problema hasta 1946, cuando Mao decidió iniciar las hostilidades, tras un año de negociaciones infructuosas para lograr un gobierno de coalición con el Kuomitang. En mayo de 1946 estalla la guerra con la incursión del ejército rojo sobre las posiciones nacionalistas en Manchuria. Fue el primer éxito militar de Mao en una guerra civil en que participaron 4 millones de soldados.
La superioridad numérica de los nacionalistas y la ayuda estadounidense decantaron la balanza en las primeras fases de la guerra a favor del gobierno Chiang. Pero la táctica de guerrilla de los maoístas durante 1946 fue desmoralizando a las tropas nacionales, que conquistaban terreno inútil en muchas ocasiones, a la vez que sufrían derrotas en las escaramuzas puntuales. Al año siguiente, entre la primavera y el verano, las tropas de Mao Tsé-tung contraatacaron y recuperaron la China central. En Manchuria, los comunistas lanzaron una ofensiva determinante, dirigida por el general comunista Lin-Piao, y en 1948 tomaron la ciudad de Nudken. Las pérdidas humanas y militares que el Kuomitang sufrió en la campaña de Manchuria fueron decisivas para el final de la guerra. Divisiones enteras desertaron y otras fueron hechas prisioneras. Además, el ejército rojo incautó mucho material militar estadounidense. Por fin, el 15 de octubre de 1949, las tropas comunistas toman Cantón y acaba la guerra. Unos días antes, Mao había declarado la República Popular China. Y Chiang se había retirado a la isla de Taiwán, donde implantó un estado autoritario sostenido por los EEUU. Había nacido la nueva, y comunista, China.