Barack Obama en Cuba

Barack Obama escribe en el Despacho Oval la primera carta que se enviará a Cuba por correo ordinario desde hace 90 años | Foto: Pete Souza para la Casa Blanca

Barack Obama, presidente de los EEUU, ha viajado a Cuba en el primer encuentro que un mandatario estadounidense ha mantenido en la isla caribeña desde hace 88 años. Obama ha sido el impulsor del fin del aislamiento que el país norteamericano mantenía con el régimen de los hermanos Castro, que ha ido dulcificando su férreo control comunista durante los últimos años en ámbitos como la economía. A pesar de ello, la isla aún debe avanzar por un camino democrático que apenas acaba de empezar.

Antes de este viaje, la administración estadounidense ha ido levantando restricciones para la llegada de sus ciudadanos a Cuba. El otro escollo en las relaciones EEUU-Cuba, el embargo económico y comercial de la isla, deberá ser eliminado por el Congreso estadounidense, que es quien tiene potestad en este ámbito. Es poco probable que esta relajación del embargo se produzca en los próximos meses, ya que el Congreso está controlado por el Partido Republicano, opuesto a las políticas de Obama, y EEUU se encuentra inmerso en plena campaña electoral, por lo que las medidas más atrevidas serán una cuestión del próximo presidente estadounidense (Obama finaliza su mandato el 20 de enero 2017).

De momento, la administración estadounidense ha anunciado que permitirá el viaje de ciudadanos a Cuba para intercambios educativos. También se permitirá el uso de dólares americanos en las transacciones con la isla. Aunque son medidas tibias, es cierto que todo estadounidense que prepare un viaje con fines educativos a Cuba (visitas a museos o a monumentos), incluso el contacto con nacionales de la isla, no tendrá que pedir permiso al Gobierno estadounidense para poder realizarlo. Por esta vía se colarán muchos turistas en la isla, donde dejarán sus ingresos en la paupérrima economía cubana. Se espera que este último hecho sea un revulsivo para Cuba, que permitirá modernizar su economía (el PIB de Cuba es de 77.150 millones de dólares) y generar una apertura social y política. Sobre todo teniendo en cuenta que Raúl Castro, el actual presidente del país, ha anunciado que se retirará en 2018.

Revolución turística

En 2014, Cuba recibió 2,7 millones de turistas extranjeros, un 5% más que un año antes, según los datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT), mientras que los ingresos por divisas dejados por los visitantes extranjeros alcanzaron los 2.344 millones de dólares en 2013. Teniendo en cuenta que Cuba está situada a una hora y media de viaje en avión de EEUU, el flujo de visitas de estadounidenses a la isla, y de ingresos, se incrementará considerablemente en los próximos años. Aunque esta variable dependerá de que la nueva administración presidencial que salga de las elecciones del 20 de noviembre en EEUU decida continuar y ampliar las medidas adoptadas por Barack Obama.

De esta manera, el sector turístico de la isla caribeña también se enfrenta a la necesidad de reformar su industria turística (el sector servicios, donde se integra el turismo, supone el 74,5% del PIB del país). Por ejemplo, buena parte del negocio de alojamiento en Cuba está controlado por empresas españolas. Así, grandes cadenas como Meliá Hoteles disponen de hasta 28 hoteles en Cuba. Con la apertura económica para empresas estadounidenses será más fácil que los gigantes turísticos del país norteamericano establezcan su negocio en Cuba.

De hecho, Thomas Mangas, presidente ejecutivo de la cadena estadounidense Starwood, ha anunciado que realizará una inversión multimillonaria en la isla caribeña con la firma de tres acuerdos para gestionar el Hotel Inglaterra en el Parque Central y el Hotel Quinta Avenida. El Hotel Santa Isabel también está en el punto de mira de la cadena. No obstante, este gigante estadounidense podría dejar de serlo muy pronto, ya que la aseguradora china Aanbang ha hecho una oferta de 13.000 millones de dólares por su conglomerado hotelero.

El principal desafío turístico al que se enfrenta Cuba en sus relaciones con EEUU es conseguir que el flujo de llegadas a la isla sea sostenible y que no dañe el ecosistema de la misma. También deberá controlar la construcción de nuevos hoteles y de zonas residenciales para que no le suceda lo mismo que a España en la década de 1960, cuando una legislación laxa permitió que se erigiesen hoteles y apartamentos en primera línea de playa sin tener en cuenta los impactos medioambientales y económicos de esta actividad.

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