Existe una discusión sobre qué universidad fue la primera que se estableció en España: Palencia o Salamanca. En función del criterio que se use, será una u otra. Y, como un apéndice necesario que acompaña a cada universidad se encuentra su biblioteca. La de Salamanca data del siglo XIII, ni más ni menos.
Pero primero hay que señalar que, en el siglo XIII, cuando los centros de estudio de Palencia y Salamanca se fundaron, España no existía como tal. Lo correcto es hablar de los reinos de León (para Salamanca) y del reino de Castilla (para Palencia). Por otro lado, en el siglo XIII tampoco se había puesto de moda el concepto “universidad”, sino el de estudios generales, donde se impartían Teología y Artes. De esta manera, el primer estudio general fue el de Palencia (creado entre 1208 y 1212), mientras que el de Salamanca se instituyó en 1218. Sin embargo, el primer centro europeo que recibió el título de Universidad fue Salamanca, por una real cédula de Alfonso X el Sabio en 1252, que confirmaría en 1255 el papa Alejandro IV, concediendo validez universal a los títulos impartidos por este centro y permitiéndole usar su propio sello.
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Una biblioteca a una Universidad pegada
Este recorrido de más de 800 años ha ido dejando tesoros literarios en la biblioteca de la universidad salmantina. Como el propio centro, este reducto del saber nació en 1254. La real cédula alfonsina ya recogía el cargo de “estacionario”, es decir, de bibliotecario, pagado por la universidad y encargado de mantener ejemplares actualizados sobre las diferentes disciplinas que se impartían en la misma. A pesar de esta antigüedad, la biblioteca salmantina alcanzó toda su importancia a partir de la segunda mitad del siglo XV y en el siglo XVI. En 1471 ya se sabía que en la biblioteca se custodiaban 201 libros, que el bibliotecario cobraba 20 florines anuales (un florín equivalía a 30 sueldos) y que se dedicaban 2.000 florines a la compra de volúmenes.
El local actual que ocupa la biblioteca, a la que se accede por la escalera claustral con sus famosos relieves realizados en el siglo XVI, se encuentra en la planta alta del claustro de las Escuelas Mayores de la universidad y se empezó a construir en 1509. A lo largo del siglo XVI la biblioteca pasa diferentes vicisitudes, incluso la de eliminar los libros prohibidos. Sin embargo, el éxito de la imprenta también hizo que el fondo de la biblioteca salmantina se fuese incrementando, pues la producción del libro casi se industrializó, lo que hacía más fácil su adquisición.
Robos e incautaciones
Además de la compra de volúmenes, buena parte del fondo de la biblioteca se compone de donaciones de particulares. Así, a principios del siglo XVII el fondo de la biblioteca se componía de 879 obras. Este número tan reducido es producto de lo goloso de algunos títulos, lo que hacía que los bibliotecarios los robasen. Otros se perdieron en los continuos traslados de sede hasta la actual. En cualquier caso, las normas sobre la biblioteca se fueron endureciendo, con multas y castigos a los bedeles que no custodiasen de forma diligente los volúmenes de la misma.
El siglo XVIII, con la reforma borbónica, y el XIX dan un nuevo impulso a la biblioteca de la Universidad de Salamanca. La expulsión de la Compañía de Jesús en 1767 provoca que se integren cerca de 12.000 volúmenes que pertenecían a la misma en las estanterías de la biblioteca. Se trataba de códices del siglo XVI y XVII, aunque en el conjunto iban algunas joyas, como un manuscrito de San Agustín, copia del siglo XIV, o la traducción al castellano de las epístolas de Séneca, otro manuscrito del siglo XV. Otro suceso de especial relevancia fue la desaparición de los Colegios Menores, que guardaban cerca de 100.000 ejemplares, de los que sólo llegaron 20.000 a la biblioteca.
Por último, la desaparición de los Colegios Mayores (Arzobispo, San Bartolomé, Cuenca y Oviedo) supuso el traslado de ricos manuscritos a la biblioteca de la universidad salmantina. No fue de forma inmediata, ya que tras el cierre de los colegios, estos manuscritos se llevaron al Palacio Real de Madrid. Muchos aún se conservan allí, pero en 1954 se llevaron a Salamanca algo más de mil manuscritos, entre los que se encuentran las joyas de la corona. Primero, el Liber Canticorum et Horarum, de composición mozárabe y letra visigótica, fechado en el año 1059. Por otro lado, se conserva uno de los tres primeros ejemplares de El libro del buen Amor, una de las obras cumbre de la literatura hispánica.
Hoy, la Biblioteca de la Universidad de Salamanca cuenta con 2.774 manuscritos, 483 incunables (lo libros que salieron de la imprenta en sus primeros cincuenta años de existencia) y cerca de 62.000 volúmenes impresos entre los siglos XVI y XVIII.