MADRID.- España es un país de vino. Y de buena gastronomía. La Península se encuentra salpicada por bodegas que cultivan el fruto que da origen al preciado caldo y una de ellas es Bodegas Carrascas, en El Bonillo (Albacete), de reciente creación y que ha presentado sus dos nuevos retoños a finales de 2013. La bodega de llama de esta forma porque la misma se encuentra situada en un paraje con carrascas centenarias, es decir, de encinares. Además, la bodega se encuentra cerca de una zona protegida, por lo que el entorno natural es espectacular.
¿Por qué Carrascas? Porque los vinos castellano-manchegos son poco conocidos. Tienen mucho renombre los riojas o los dueros, pero la variedad vitivinícola del país va más allá: Navarra, Andalucía, Madrid y Castilla-La Mancha. Los vinos de Carrascas tienen carácter porque la zona en la que se cultiva su uva así lo exige. Al estar situado Albacete en el interior, aunque cerca de la costa, la diferencia climática entre inviernos y veranos es muy acusada. Esto hace que la uva (sauvignon blanc, chardonnay, verdejo, tempranillo, cabernet sauvignon, merlot y syrah) madure más tiempo y le aporta una complejidad que no se consigue en otros terrenos.
Así es como se da lugar a los dos vinos de la bodega, ambos blancos, el denominado Origen y el Carrascas. El primero de ellos se fermenta en barricas nuevas de roble francés, donde se cría durante cinco meses, consiguiendo un aroma a pastelería y hojaldre con fondo anisado, ideal para tomar junto a pescados azules, carnes blancas o quesos. Por su lado, el Carrascas es un vino nacido de las uvas sauvignon blanc con una pequeña mezcla de chardonnay. Su aroma recuerda a flores blancas y frutas de hueso, mientras que en la boca deja un gusto a piel de melocotón. Ideal para acompañar aperitivos, mariscos, pescados blancos y arroces.