LEÓN.- Margarita Torres se sienta tras varias pilas de papeles en su despacho de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de León. Esta profesora de Historia Medieval publicó en 2014, junto con José Miguel Ortega, el libro Los Reyes del Grial en el que afirmaba que el cáliz de doña Urraca, que se conserva en el museo de la Real Colegiata de San Isidoro, es la copa que los cristianos de Jerusalén veneraban en el año 400 como el cáliz de Jesucristo. A lo largo de la entrevista que mantiene con este medio, Torres desgrana los hechos históricos, documentos e indicios que revelan la identificación entre la copa leonesa y la que se hurtó de Jerusalén.
En la entrevista con Margarita Torres, la profesora afirma que “el cáliz que se veneraba como cáliz de Cristo es el de San Isidoro”. La medievalista reconoce a este medio que la investigación sobre el cáliz de doña Urraca y la publicación de los resultados le “ha cambiado la vida” y explica que tanto ella como su compañero no fueron buscando esta historia, sino que surgió de forma accidental mientras realizaban una investigación que les habían encargado.
La tesis de Torres, que documenta y defiende en su libro con multitud de fuentes, es que el cáliz que se veneraba en Jerusalén llegó hasta León a través de la taifa musulmana de Denia. Dos manuscritos del siglo XIV encontrados en la bilbioteca de la Universidad Al-Azhar de El Cairo (Egipto) son las llaves maestras para entender este largo viaje. En uno de ellos se asegura que el emir de Denia pidió al califa de Egipto la copa sagrada de Jerusalén para regalársela a Fernado I, rey de León (1016-1065). En el segundo, se indica que Saladino pidió un trozo de la copa sagrada de Jerusalén, que viajó a España. Curiosamente, el cáliz de doña Urraca está roto en unos de los bordes, de donde falta un trozo que se hizo saltar de un golpe.
Margarita Torres es muy clara al respecto: no puede asegurar que la copa de doña Urraca sea la que Jesús usó en la última cena relatada por los evangelistas. De momento, nadie puede. Entre el año 33 y el 400 de nuestra era existe un vacío documental y no se ha podido probar lo que sucedió con el cáliz en ese periodo. Es a partir del año 400 cuando existen los primeros testimonios y, a través de ellos, se puede concluir que el cáliz que se guarda en San Isidoro de León es el de Jerusalén.
Sólo este hecho, la presencia de una copa con más de 1.600 años de antigüedad y con una historia tan apasionante a sus espaldas, es motivo suficiente para darla a conocer. Sin embargo, el Ayuntamiento de León, gobernado por el Partido Popular, no ha articulado una estrategia promocional alrededor del tesoro de San Isidoro. Además de la copa, es muy interesante el papel que las mujeres de la realeza leonesa han jugado en su conservación, a través del Infantado, ligándola a la dinastía real que se acabaría uniendo al reino de Castilla en el siglo XII.
El cáliz de doña Urraca, o el Grial de Jerusalén, guarda una estrecha vinculación con la Colegiata de San Isidoro, panteón real de los monarcas leoneses, que puede visitarse y donde admirar sus pinturas románicas en las que también aparece el cáliz. Copa, colegiata con los restos del santo, panteón real y museo configuran una opción cultural dentro de una ciudad como León, olvidada en la historia y por sus propios gobernantes, pero que puede tomar el protagonismo que se merece con este hallazgo.
El estudio de Torres y Ortega, avalado por los documentos que descubrió el profesor Gustavo Turienzo en El Cairo, ha causado polémica. En España se venera otro cáliz como el que usó Jesucristo y se encuentra en la catedral de Valencia. Torres explica que la investigación que ellos han llevado acabo es rigurosa, se basa en fuentes documentales e históricas, mientras que la veneración del cáliz de Valencia procede de la tradición y cuenta con un apoyo histórico y documental menos sólido. Con todo, el Vaticano ha otorgado a Valencia la posibilidad de organizar cada cinco años un Año Jubilar para peregrinar a la ciudad del río Turia con motivo del cáliz.
De hecho, esta declaración supone que la Iglesia católica reconoce la copa de Valencia como la verdadera. Sin embargo, no se han aportado datos ni pruebas que sostengan la verosimilitud de este cáliz al mismo nivel que se ha realizado con el de León. Detrás de esta gracia para celebrar el Año Jubilar se encuentran intereses económicos para la ciudad de Valencia: afluencia de turistas, mayor gasto y mayor negocio para los comercios de la capital valenciana. En este caso, Rita Barberá, la alcaldesa de Valencia, también del Partido Popular, sí ha sabido aprovechar el tirón del supuesto Grial para promocionar la ciudad.
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