Las revoluciones ciudadanas en los países árabes del Norte de África han generado varios años de inestabilidad en la región. Esta inseguridad ha afectado negativamente al turismo que se registraba en la zona. De todos los países que iniciaron esta rebelión contra las dictaduras imperantes, sólo Túnez ha salido fortalecido y ha podido desarrollar una estructura de estado democrático. Y ello conlleva que el país en el que se encuentran las ruinas de la cultura cartaginesa vuelva con fuerza al panorama turístico para competir en el Mediterráneo.
Amel Karboul, la nueva ministra de Turismo de Túnez, está de paso por Barcelona para promocionar en la feria EIBTM al país africano. Las previsiones son que Túnez acabe el año con 6,4 millones de turistas (un 6,6% más que en 2013) y los tunecinos ya han elaborado un plan de marketing para incrementar paulatinamente el número de llegadas. No extraña, ya que el turismo aporta el 6% del PIB del país (o unos 5.953 millones de dólares en un país donde el ingreso medio es de 3.000 dólares anuales) y da empleo a 400.000 personas. Además, la llegada de turistas es una fuente de divisas para Túnez, lo que también contribuye al crecimiento económico del país norteafricano.
La evolución política de Túnez tras el derrocamiento del presidente Zine el Abidine Ben Alí en 2011 ha dado varios bandazos. En las primeras elecciones democráticas, que formaron la Asamblea Constituyente, el partido islámico Ennahdha se alzó con el mayor número de votos. La aparición de un partido islámico ha sido una constante en los países que han sufrido estas revoluciones ciudadanas y responde a la influencia que la agrupación de los Hermanos Musulmanes tiene entre las capas bajas y medias de la sociedad. Este movimiento, de corte islamista tradicional y prohibido en muchos países islámicos, ha sabido acercarse al pueblo proporcionándole alimentos, educación y una serie de servicios que el poder establecido era incapaz de ofrecer. Por ello, la celebración de elecciones democráticas ha aupado a los Hermanos Musulmanes (en el caso de Egipto) y a partidos ligados a los mismos, como el de Túnez, al poder, algo que explica muy bien Sami Naïr en su libro ¿Por qué se rebelan?
A diferencia de Egipto, donde el Ejército dio un golpe de Estado para derrocar al presidente Mohammed Mursi y al partido de los Hermanos Musulmanes del poder, en Túnez se han respetado las diferentes elecciones del pueblo, a pesar de los atentados y las muertes de políticos contrarios a las ideas islámicas. Tras la elaboración de varios borradores, se está ultimando la nueva Constitución del país. El texto fundamental protege el carácter islámico del Estado, pero, en un equilibrio que será muy difícil de mantener, institucionaliza un islam compatible con la democracia. La petición de que la sharia (ley islámica) sea fuente del Derecho, es decir, que inspire la normativa civil del país, ha sido eliminada, lo que dará un plus de legitimidad democrática a las normas que se aprueben en el Parlamento. El de la religión era uno de los escollos más importantes que ha enfrentado a las fuerzas políticas seculares con las religiosas.
Otros principios del nuevo estado son esperanzadores, aunque como en todas las Constituciones, habrá que esperar a ver cómo se desarrollan en el ámbito político y civil del día a día. Por ejemplo, la forma republicana del Estado, la protección de la libertad de creencia, conciencia y culto, así como el respeto a las libertades y los derechos humanos. El papel de la mujer ha sido otro de los caballos de batalla, puesto que es la figura más machacada en los regímenes que tienen al islam como fuente de inspiración. Desde 2011, el movimiento feminista tunecino ha conseguido que las listas electorales sean paritarias y también ha conseguido que la constitución recoja nuevas garantías de igualdad en el ámbito jurídico, educativo y laboral. Una prueba de los avances en este campo es que la ministra Karboul es mujer y desempeña un cargo de responsabilidad en el Gobierno.
Construyendo un país
La realidad es que Túnez siempre ha sido un destino turístico de referencia en el Mediterráneo y puerto de atraque de muchos cruceros, e incluso cadenas hoteleras españolas cuentan con establecimiento en el país norteafricano. Ahora que Túnez se está constituyendo en una referencia democrática dentro del islam, los turistas europeos se verán más atraídos por un destino con varios ases ganadores. El primero de ellos, y que puede hacer mucho daño a países como España, será su oferta de sol y playa más barata, debido a unos costes laborales menores, entre otras variables.
En la medida en que Túnez sea capaz de mejorar su seguridad, el turista europeo se sentirá más atraído. Y no sólo para disfrutar del Mar Mediterráneo en la costa tunecina, sino también para aprovechar su patrimonio cultural y el desierto, otro de sus grandes reclamos.
Karboul ha especificado que harán mucho hincapié en las nuevas tecnologías para llegar al turista, creando un portal de Internet en cinco idiomas. También se trabajará en la imagen de marca del país, en mejorar la calidad e infraestructura ambiental de su turismo y en diversificar la oferta en las diferentes regiones del país.
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