¿Cómo puede cambiar el turismo religioso la oferta de España?

Sendero del Evangelio en Israel | Foto: Turismo de Israel

Los lugares santos y recorridos religiosos o espirituales suponen un atractivo para muchos viajeros, que los aprovechan para visitar localideades o zonas determinadas. Por ejemplo, el Sendero del Evangelio en Israel o el Camino de Santiago, en España. Por este último recorrido pasaron 215.880 peregrinos en 2013 y supone una de las vías fundamentales para conocer Galicia y las comunidades que atraviesa. De hecho, el Camino de Santiago ha evolucionado desde los 68 peregrinos de 1970 hasta los cientos de miles de la actualidad, gracias a la señalización, promoción y oferta de servicios que giran alrededor de este producto. Al final, el peregrino quiere vivir un retiro espiritual haciendo su camino, pero si puede disfrutar de unas mínimas facilidades, la dura prueba se hará más llevadera.

Santiago de Compostela acoge hasta el 20 de septiembre el primer Congreso Internacional sobre Turismo y Peregrinaciones preparado por la Organización Mundial del Turismo (OMT), el Gobierno español y la Xunta de Galicia. La OMT calcula que entre 300 y 330 millones de personas visitan los principales lugares religiosos del mundo cada año. Desde el punto de vista internacional, son conocidas las peregrinaciones a la Meca o a la ciudad de Jerusalén, también al Vaticano, en Italia. Israel es uno de los países con una oferta significativa de turismo religioso, ya que el país mediterráneo fue el escenario de los diversos pasajes bíblicos, por lo que es una referencia para los cristianos. Belén, Nazaret, Jerusalén, el Mar Muerto, Saidán… Enclaves o poblaciones que han convertido Israel en un centro de peregrinación. Según los datos del Central Bureau of Statisctics (CBS), el 26% de los turistas que llegaron a Israel en 2012 lo hicieron por motivos religiosos (“peregrinación” es el término que usa la encuesta). Es decir, más de 700.000 turistas, de los 2,9 millones que visitaron el país hace dos años.

El turismo religioso es uno de los reclamos que podría usar España para atraer a otro tipo de turista alejado del que busca sol, playa y ocio nocturno. Sin embargo, en el Plan Nacional e Integral de Turismo presentado en 2012 no se hace mención al turismo religioso por ningún lado. Esta modalidad podría entrar dentro del turismo cultural, ya que España dispone de multitud de lugares que podrían ser referentes. Para empezar, casi todas las capitales de provincia que han sido relevantes en la historia del país mediterráneo cuentan con una catedral. Algunas tan interesantes como las de Santiago de Compostela, Salamanca, Burgos, Córdoba o Barcelona, sin desmerecer las demás. En aquellos lugares en que no existe un templo de esta envergadura se esconden otras joyas arquitectónicas, como iglesias con diferentes estilos o las rutas del Románico en Palencia o Lleida, por ejemplo.

A la multitud de restos católicos que salpican España se suman sus tradiciones, concentradas en su mayor parte en la Semana Santa con las procesiones, algunas de interés histórico, como las que se desarrollan en Andalucía y otras partes del país. El problema de España, como en otros ámbitos, es que no existe una política articulada para sacar provecho del binomio turismo cultural-turismo religioso. Un estudio de las profesoras Gemma Cànoves y Asunción Blanco, ambas de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), explicaba en 2011 que los informes sobre este tipo de turismo en España, y las cifras, eran muy escasos. Ambas docentes usan la cifra de turismo cultural del informe de Familitur de 2008, que cifraba en un 9,9% el número de turistas españoles que viajaban con ese interés, pero no eran capaces de concluir una cifra aproximada.

La religión ha sido una de las claves de la Historia de España y, si se sabe articular una estrategia que aglutine la diversa oferta por regiones, puede convertirse en uno de los reclamos que dé la vuelta al turismo español. En el estudio de las profesoras de la UAB se concluye que las personas que viajan por motivos religoso-culturales se alojan en hoteles de tres a cuatro estrellas y gastan entre 150 y 200 euros al día. Una oportunidad para ganar en calidad e imagen.

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