Las restricciones y limitaciones de viajes por la expansión del coronavirus Covid-19 están poniendo al borde de la quiebra a muchas aerolíneas, un negocio que trabaja con un margen de beneficio muy ajustado. IATA, la patronal internacional del sector, estima que las compañías aéreas pueden perder 252.000 millones de dólares (232.846 millones de euros) en ingresos de pasajeros, un 44% menos que en 2019. Además, entre abril y junio, las cuentas banacarías de las compañías aéreas verán desaparecer 61.000 millones de dólares, entre pagos diversos y devoluciones de billetes cancelados. Para hacer esta previsión, IATA ha considerado un escenario con tres meses de restricciones en los desplazamientos y una recuperación económica paulatina a finales de 2020.
A medida que el Covid-19 se ha ido extendiendo por el mundo, los diferentes países afectados han cerrado sus espacios aéreos y no han permitido la llegada de vuelos de otras zonas. Ha ocurrido en China, España o Italia. También sucederá en el resto de Europa y en EEUU. Además, la preocupación actual es que la pandemia desplace su foco de infección de Europa a Oriente Medio y África, junto con América del Sur, geografías en las que los sistemas de salud no están tan preparados como los asiáticos y europeos, donde aun así los profesionales sanitarios se las ven y se las desean para tratar a los enfermos en el momento de mayor incidencia de la infección vírica.
“Las aerolíneas necesitan 200.000 millones de dólares de apoyo en liquidez simplemente para salir adelante”, ha manifestado en un comunicado Alexandre de Juniac, director general y consejero delegado de IATA. Algunos países ya están dando pasos en este sentido con medidas serán polémicas y de consecuencias imprevisibles. Por ejemplo, el gobierno británico valora la posibilidad de comprar acciones de aerolíneas para inyectarles capital, con la idea de vender estas acciones a inversores privados una vez que haya pasado la crisis, según el Financial Times. En el caso de compañías independientes puede dar buen resultado, pero la medida plantea más dudas con un gigante como IAG, en el que se concentran dos gigantes como British Airways e Iberia. ¿Boris Johnson rescatará a todo el grupo o sólo a British Airways, lo que significa una ruptura de la unidad de IAG? El gobierno británico también está planeando un aval de 330.000 millones de libras para la industria aérea nacional. En EEUU, el Congreso y el presidente Donald Trump han acordado un paquete de ayudas valorado en 2 billones de dólares, en el que se incluyen pagos directos a los ciudadanos y una reserva de 500.000 millones de dólares para rescatar negocios obligados a cerrar por el Covid-19. Las aerolíneas estadounidenses podrán beneficiarse de esta medida.
Todas estas ayudas pretenden evitar la quiebra de las compañías aéreas y la consecuente pérdida de trabajos en el sector. Pero no sólo eso: la desaparición de empresas aéreas también supone la pérdida de conectividad con determinados destinos y regiones del mundo. La empresa especializada en análisis de datos Forwardkeys indica que desde que estalló la crisis del coronavirus se han cancelado cuatro de cada cinco vuelos a China, el país donde empezó la infección. La compañía estima que durante marzo se han perdido 5,4 millones de asientos aéreos en Asia, por las restricciones de vuelos entre los países de la región. La prohibición de Donald Trump de que aterricen vuelos con pasajeros europeos en los EEUU también ha hecho que desaparezcan más de 3,3 millones de asientos. En Europa, las cifras también alarman, pues tras la imposición durante 30 días de cerrar las fronteras de los países de la Unión Europea (UE), están en riesgo más de 10 millones de asientos en vuelos con países externos a la UE. Esto significa aviones parados, falta de ingresos en las aerolíneas y suspensiones de contratos o despidos entre sus trabajadores.
En España, las principales empresas turísticas llevan semanas preparando Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), un procedimiento laboral que permite suspender la vigencia de los contratos de trabajo de sus empleados y dejar de pagarles el sueldo, pero sin despedirlos. Es decir, la empresa se ahorra el salario del trabajador (aunque sigue cotizando a la Seguridad Social por él) y mantiene su puesto de trabajo para cuando pase la crisis. Iberia ha anunciado un ERTE para 13.900 empleados durante tres meses, el 81% de su plantilla. Lo mismo ha hecho Vueling para 3.800 trabajadores o Air Nostrum para 1.439 empleados. Compañías como Globalia, Pullmantur, Nuba o Ávoris están planteando las mismas medidas, lo que indica que la paralización del empleo en el sector turístico español será mayoritaria. Cuando acaben las actuales restricciones de movimientos, pues en España se ha decretado el estado de alarma con la prohibición de circular por las vías públicas, excepto para ir a trabajar, habrá que ver de qué forma se recuperan esos puestos de trabajo. La reactivación de la economía será clave para que la mayor parte de los trabajadores con contratos suspendidos vuelvan a sus puestos de trabajo. Pero si esta reactivación no se produce, lo más probable es que la suspensión de empleos se transforme en despidos.
Según el World Travel and Tourism Council (WTTC), un lobby internacional de empresas del turismo, se pueden perder de forma inmediata 75 millones de empleos en todo el mundo en la industria turística por las restricciones impuestas. Además, el PIB mundial se vería reducido en 2,1 billones de dólares sólo en 2020 si las actividades turísticas se viesen frenadas por el Covid-19. Este escenario parece el más probable, dado que la aviación, en su función de transporte de turistas, tiene un papel predominante en el funcionamiento de los negocios turísticos.