MADRID.- España es una potencia turística, aunque la crisis y la falta de renovación de la oferta pueden pasar factura a un modelo de negocio, muy basado en el sol y playa, que hasta ahora ha dado buenos resultados. Sin embargo, en el ránking de destinos ocupa la primera posición EEUU, que en el primer semestre de 2012 ha conseguido 82.200 millones de dólares (65.362 millones de euros) por el gasto de los turistas, un incremento del 11% en comparación con el mismo periodo del pasado año, según los datos del Departamento de Comercio.
Si esta tendencia se mantiene, el Departamento de Comcercio calcula que se podría llegar a los 170.000 millones de dólares (135.181 millones de euros) a finales de año. Tanto Comercio como el Departamento de Interior están elaborando una “Estrategia Nacional de Turismo”, que se quiere presentar al presidente de EEUU, ya sea Barack Obama o Mitt Romney, en mayo de 2013.
El principal objetivo de este plan es atraer a más de 100 millones de turistas internacionales en 2021, un 50% más frente a los que el país espera recibir a finales de ejercicio. “Los viajeros se gastan un una media de 250.000 millones por año, ayudan a crear puestos de trabajo y estimulan el crecimiento económico en las comunidades de todo el país”, ha explicado Rebecca Blank, secretaria de Comercio en funciones (puesto similar al de ministro de Comercio).
Llegar a esos números no será fácil para los EEUU. El país no se caracteriza por contar con campañas de márketing cuya idea sea atraer al turista. Además, desde 2011 los EEUU cobran una tasas de 10 dólares a cada visitantes que llega, aunque a juzgar por los datos, este detalle no ha frenado el crecimiento de ingresos y de pasjeros.
Hace pocos meses, la Organización Mundial del Turismo (OMT) publicó un informe en el que situaba a EEUU como la primera potencia turística en cuanto a recepción de ingresos, con 83.500 millones de euros, un 12,3% más que en 2010. Mientras, España se sitúa en segunda posición, a bastante distancia, con 43.000 millones, un 8,6% más, en 2010. Uno de los objetivos que viene reclamando el sector turístico español al Gobierno y las comunidades autónomas es que se dé menos importancia al número de turistas y más al gasto que estos realizan y que es el que verdaderamente repercute en la riqueza de los destinos.