Los profesores Jorge Olcina y J. Fernando Vera-Rebollo, ambos de una Universidad de Alicante, han analizado la importancia que el Estado español y diferentes comunidades autónomas dan al cambio climático en la política turística. Los estudiosos explican que el turismo es una actividad económica estratégica para España, no sólo desde el punto de vista económico, sino también para las comunidades donde se desarrolla, y que esta escasa presencia en los planes muestra “un nivel ínfimo de preocupación o sensibilidad por los posibles efectos y necesidades de adaptación” de la industria.
La única excepción a este desinterés de los poderes públicos por el cambio climático se encuentra en Andalucía, que contempla en su Plan General de Turismo Sostenible 2014-2020 los efectos previsibles y acciones concretas junto con programas destinados a asimilar y combatir los efectos del calentamiento global.
Olcina y Vera-Rebollo indican algunos los documentos en que han basado su investigación. Uno de ellos es el tan promocionado Plan Nacional e Integral del Turismo de España, con el que el primer Gobierno de Mariano Rajoy (Partido Popular) pretendía mejorar la competitividad de la industria, y en el que no hay ni rastro del cambio climático. Por su lado, una región como Murcia, tan dependiente del turismo de sol y playa, no contempla los impactos que el incremento del nivel del mar, las variaciones térmicas y las lluvias pueden tener sobre esta industria, así como las medidas para combatirlas.
Medidas en el litoral mediterráneo
El litoral mediterráneo será el más afectado por el calentamiento global y el incremento de los niveles del mar en los próximos años. De hecho, desde hace varios años, los temporales del Mar Mediterráneo han destruido edificaciones construidas muy cerca de la línea de costa. Los autores del estudio señalan que en los destinos costeros no se encuentran “grandes proyectos ni medidas estructurales, como se ha señalado; pero, comienza a haber iniciativas locales y privadas que tienen su interés y suponen un primer eslabón en una cadena de actuaciones de larga duración”.
Olcina y Vera-Rebollo estiman que en los destinos turísticos serán necesarias medidas que potencien la eficencia energética, el ahorro de agua, el acondicionamiento de las viviendas a las nuevas circunstancias climáticas y la educación de los ciudadanos en el cambio climático. Además, las administraciones deben fijar las zonas con menor riesgo natural de inundaciones y temporales para la construcción de viviendas.