Más de 21 millones de maletas se pierden cada año en los aeropuertos mundiales. Es una cantidad pequeña si se tiene en cuenta que en el mismo periodo viajan 3.770 millones de pasajeros, pero supone un drama cuando nos toca de cerca. Por cada mil viajeros se extravían 5,73 maletas, un 12% menos que en 2015. Pero la pesadilla de la maleta perdida se puede acabar a partir de junio de 2018, cuando entrará en vigor la resolución 753 de IATA, la mayor asociación de aerolíneas mundiales.
Esta resolución obliga a que las compañías que forman parte de IATA (el 83% de todas las que operan en el mundo) tengan que monitorizar el estado y la situación de las maletas desde el momento en que el pasajero factura su equipaje en el mostrador del aeropuerto hasta que se le devuelve la maleta. Para garantizar el rastreo de los bultos, las compañías aéreas tendrán que controlarlos en cuatro puntos principales: el momento de la facturación, su carga en el avión, el traslado a la zona de reparto de equipajes una vez que se ha aterrizado y su devolución al pasajero.
Esta trazabilidad del equipaje se realizará a través de chips inalámbricos y códigos de barras. La pérdida de equipajes supone para la industria aérea unos costes de 2.100 millones de dólares anuales. Hay que tener en cuenta que cada vez que se pierde una maleta, el pasajero puede solicitar una indemnización, que en determinados casos puede superar los 1.000 dólares.
Un estudio de SITA, empresa especializada en el desarrollo de tecnología para el sector aéreo, revela que el 47% de las maletas se pierden en los trasbordos entre vuelos, por lo que el control del recorrido que hace el equipaje debe facilitar su localización y dificultar su extravío. Con la tecnología inalámbrica RFID para controlar los equipajes, SITA prevé que las aerolíneas pueden ahorrarse más de 3.000 millones de dólares en los próximos siete años.
A pesar de estos datos, la gestión de las maletas ha mejorado considerablemente en los últimos ejercicios. El informe de SITA muestra que en 2007 se perdieron 46,9 millones de maletas, frente a los 21,6 millones que se extraviaron en 2016, una mejora de casi el 50%. Y este descenso a la mitad se ha producido en un escenario en el que el número de viajeros no ha dejado de crecer, ya que hace diez años volaron 2.480 millones de pasajeros, mientras que en 2016 se movieron por el mundo 3.770 millones de clientes aéreos.