OLMEDO (VALLADOLID).- Sin que muchas veces lo sepamos, la Historia empapa lugares y regiones que visitamos, como el antiguo convento del siglo XII Sancti Spiritus en el que se encuentra el Hotel Balneario Villa de Olmedo, antaño hogar de monjas benedictinas. En este enclave vallisoletano, muy cercano a Medina del Campo y Cuéllar, se alojó la que estaba llamada a ser reina de Castilla, Juana “La Loca”, además de Santa Teresa de Jesús. El balneario es conocido por la calidad sanitaria de sus aguas, de alta mineralización.
El Hotel Balneario Villa de Olmedo fue el primero en abrir de la joven cadena Castilla Termal, un grupo de alojamientos termales que tienen como filosofía la recuperación de edificios históricos, respetando su aspecto y elementos arquitectónicos originales. La cadena los reconvierte en hoteles balnearios de alta gama a los que se suma una característica común: la ubicación en entornos de gran interés turístico. Además del Villa de Olmedo, el grupo gestiona el Burgo de Osma (Soria), Solares (Santander) y Valbuena de Duero (Valladolid), que se abrirá en 2015. En total, Castilla Termal da empleo a 240 personas y espera elevar su facturación a 16 millones de euros tras el primer año de funcionamiento del establecimiento de Valbuena de Duero.
Esta corresponsal ha tenido la oportunidad de probar el programa “Entre Aguas y Viñedos” del Villa de Olmedo, una inmersión sensorial con la que cuidarse tanto por fuera como por dentro. Por fuera, gracias a sus aguas mineromedicinales en las que sumergirse en las piscinas termales, o haciendo un circuito de contrastes para depurarse y reactivar la circulación. Al respetar la arquitectura original de los edificios, mientras recibimos los tratamientos podemos disfrutar de un viaje en el tiempo al mudéjar a través la cuidada decoración del establecimiento. Pero ¿qué sentido tiene acudir a un balneario para pasar los días en su interior como monjas de clausura? La ventaja de establecimientos como el Villa de Olmedo es la región en que se encuadra: Valladolid, tierra de viñedos. A pocos kilómetros del hotel tenemos la oportunidad de visitar la bodega Yllera, de estilo mudéjar y cuyos orígenes se remontan al siglo XV.
Yllera es un auténtico laberinto de galerías subterráneas que en los últimos años se han recuperado bajo el nombre de “El Hilo de Ariadna”, aprovechando la fisionomía de la bodega y la leyenda del Minotauro. Esto nos sirve para adentrarnos de forma sencilla y amena en la cultura del vino, su elaboración y sus variedades. La recompensa por escapar de la guarida del mítico monstruo con cabeza de toro no podía ser otra que una cata de vinos de la Denominación de Origen Rueda. Y para que la experiencia sea completa, sólo queda mimar el paladar con el menú degustación “Tierra de Pinares”, que prepara el balneario, compuesto por productos típicos de la zona con una cuidada elaboración y presentación.
El turismo del vino, o enoturismo, aún tiene mucho trabajo por delante para dar a conocer todas sus posibilidades en España. Dentro del mercado nacional, el 69% de visitantes a bodegas son españoles y, entre los extranjeros, este es un producto poco conocido. Y una de las grandezas de acudir a un balneario, relajarse y disfrutar de la gastronomía de la zona es la posibilidad de conocer rincones singulares. Por ejemplo, la localidad de Olmedo y sus alrededores cuentan con un rico patrimonio cultural que merece la pena visitar. De hecho, Olmedo es conocida por el arte mudéjar que aún guarda en su corazón.
Texto: Raquel Ferreiro – Edición: David Fernández
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