La naturaleza afecta a todos los ámbitos de la sociedad, desde la política a la economía. Y también al turismo. Un informe de Greenpeace, una asociación de defensa del medio ambiente, muestra que el cambio climático y el deshielo de los polos puede impactar negativamente en el negocio turístico español. Este estudio cita el último Panel Intergubernamental de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (IPCC), donde se refiere que a partir de 2050 las condiciones climáticas del verano se deteriorarán en el Sur de Europa y el área mediterránea. La temperatura aumentará, mejorando las condiciones climáticas del otoño y la primavera y provocando un flujo de viajeros al norte de Europa, lo que perjudicará a los destinos del sur, como España.
El estudio de Greenpeace estima que las temperaturas aumentarán entre 5 y 8 grados en España a lo largo del siglo actual, lo que significa que habrá menos nubosidad y humedad en el Mediterráneo. Y ello tendrá consecuencias en sectores como el turismo de interior. Las regiones más afectadas serían el sur de España, pero también otras más concretas como Aragón y Cataluña, donde se concentra el 25% de las llegadas de turistas extranjeros, según las estadísticas oficiales. El aumento de las temperaturas traerán olas de calor más duraderas y problemas de abastecimiento de agua, lo que llevará a los turistas a decantarse por destinos del norte de Europa y daría al traste con los negocios de estas regiones españolas. Las costas también se verán perjudicadas, ya que el deshielo de los polos conllevará un aumento del nivel del mar, cubriendo zonas de litoral.
El turismo de montaña y el de esquí también se verán afectados negativamente por el progresivo cambio climático. El aumento de las temperaturas hará que la cota de nieve esquiable aumente de los 1.500 metros a los 2.000 metros a lo largo del siglo y se podrían perder el 60% de las especies de montaña hacia el año 2100. Como dato se aporta que en España la regresión de los glaciares pirenaicos ha sido del 90% desde comienzos del siglo XX, y en los últimos diez años se ha perdido el 40% de este hielo. Así, a comienzos de siglo, el Pirineo estaba cubierto por 3.300 hectáreas de hielo, de las que hoy sólo quedan 390 hectáreas. Con todo, las estaciones de esquí serán las más afectadas, puesto que la disminución de la capa de nieve les obligará a gastar más para generar nieve artificial, lo que pondrá en peligro su rentabilidad y propia existencia.
Aunque no se cuantifican cifras, el impacto en el negocio turístico del sur de Europa puede cuasar un terremoto económico. En España, el turismo aporta el 11% del PIB nacional (alrededor de 100.000 millones de euros anuales) y da empleo a un 12% de las personas con trabajo. El cambio climático cambiaría este panorama, empujaría al paro a muchos trabajadores a causa del cierre de negocios turísticos y empobrecería la contribución del turismo a la riqueza nacional.
Greenpeace señala que otro sector que se vería directamente afectado es el vitivinícola (y, por extensión, el del enoturismo). Las cosechas agrícolas reducirían su productividad, hasta un 25% hacia 2080, y el PIB de los países podría reducirse hasta un 1% como causa de las peores cosechas. De forma directa, esto afectaría a los precios de los alimentos y a su abastecimiento. Hay que recordar que la actual economía agraria de sobreexplotación es muy moderna, data del siglo XIX y es consecuencia de la revolución industrial, ya que con anterioridad se realizaba una agricultura de subsistencia, lo que provocó grandes hambrunas en determinados momentos históricos. Pero centrándose en el vino, el informe explica que el cambio climático modificará la distribución geográfica de las variedades de uva, la calidad del vino y la propia composición de azúcares y ácidos de la uva. España produce alrededor del 12% del vino que se consume en el mundo, sólo por detrás de Italia y Francia, lo que da idea de la importancia de esta industria.
El informe de Greenpeace se realizó en abril de 2014 y se engloba dentro de un trabajo que aboga por la protección del Ártico como forma de evitar o ralentizar el cambio climático y el calentamiento global que se está produciendo en el mundo. Según el mismo, entre 2004 y 2008 se han perdido 1,54 millones de kilómetros cuadrados de superficie de mar helado en el Ártico, lo que equivale a tres veces el tamaño de España. Y en los últimos 30 años han desaparecido alrededor de tres cuartas partes del volumen de hielo que cubría el Ártico, consecuencia del aumento de temperaturas. Además, en menos de 10 años, el Polo Norte podría quedar sin hielo durante toda la época estival
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