Miles de españoles se encuentran desperdigados por el mundo, expuesto al contagio, sin ninguna ayuda por parte del Gobierno de España ni de sus embajadas y consulados, mientras esperan encontrar una forma de volver a casa. Eso sí, por su cuenta.
A día de hoy, la pandemia provocada por el Coronavirus es un hecho. Más de 340.000 contagiados y más de 14.000 muertos en 178 países, son las cifras oficiales. De las cifras reales es mejor ni hablar. Hace tan sólo unos días, el 16 de marzo, el Ministerio de Asuntos Exteriores de España, conocedor de la situación y en previsión de su indiscutible empeoramiento, avisaba a los españoles en el extranjero que, si querían volver, lo hicieran cuanto antes. Al día siguiente, ante un inminente cierre de fronteras, urgía a los españoles a regresar de inmediato o bien que no se moviesen de donde estaban e informasen a su embajada o consulado. Volver, pero ¿cómo? Pues contactando con las agencias de viajes y reprogramando el viaje. Es decir, cada uno por sus propios medios. Posteriormente se habilitó un formulario especial del consultado que podía ser rellenado en caso de imposibilidad de regresar por cuenta propia antes del día 19. Y un número de teléfono de asistencia consular para ayudar a todos los que necesitasen asistencia en su regreso.
Cuando uno está de fin de semana en Lisboa o cuando trabaja en París y sus pertenencias caben en una mochila, es relativamente sencillo pasar de todo y echar a correr camino a casa. Incluso andando si fuera necesario. Pero… los que trabajan a miles de kilómetros de España, lo que habían ahorrado durante años para hacer el viaje de sus vidas y les ha pillado esta catástrofe en países cuyos nombres nos resulta hasta difícil pronunciar… cuando has salido de tu país buscando una oportunidad y te cierran las puertas de pronto y de golpe, porque no penséis que en otros países, por muy civilizados que parezcan, a la gente le importan sus trabajadores en tiempos de crisis… no es tan fácil recogerlo todo y regresar en 24 horas al punto de partida. Y muchísimo menos cuando te cierran fronteras, te cancelan vuelos, te dejan con los bolsillos vacíos… Es en esos momentos en los que aterrado, llamas a tu embajada. A esa en la que te registraste cuando te lo pidieron, para que ellos pudieran cubrir su cuota de trabajo, mantenerse abiertos con una razón de peso y seguir cobrando. Tú llamas con el corazón en un puño y… sorpresa. Ahí no hay nadie dispuesto a ayudarte.
Hasta la redacción de Revista80dias han llegado muchos, muchísimos casos de personas desesperadas y atrapadas en medio de ningún sitio, sin saber qué hacer para volver a casa y ponerse a salvo y a las que parece que el Gobierno español ha olvidado deliberadamente. En los últimos días hemos leído y visto por televisión cómo regresaban miles de españoles expatriados y otros tantos turistas… y el Ministerio de Asuntos Exteriores se colgaba la medalla. Pues bien, mientras otros países en la misma situación, te ofrecen una web donde tan sólo debes inscribirte y el gobierno se encarga de traerte de vuelta al precio que sea, como ciudadano que ha pagado sus impuestos; en el caso de España, cada uno se ha tenido que buscar la vida por su cuenta. Quizá, desde nuestra situación somos conscientes de que el gobierno no va a fletar aviones para ir a rescatarnos uno por uno, de ninguna manera, pero lo mínimo es esperar un poco de ayuda por parte de las embajadas y consulados. Ayuda o al menos información, que salvo honrosísimas excepciones, no se ha dado.
Desgarradores y conmovedores son todos los casos, pero algunos rozan lo inhumano, como es el caso de los españoles que quedan en La India. Y cuyo testimonio se puede ver en directo a través de ESTOS VIDEOS que nos han hecho llegar.
Por su parte, los viajeros independientes, que han tenido que cruzar medio mundo, nos han contado testimonios estremecedores: Adrià H. estaba en Zambia cuando el gobierno dio la voz de alarma. En Zambia no hay embajada ni consulado español, con lo que tuvo que contactar con las de los países vecinos, en las que encontró la misma grabación haciendo un resumen de la situación internacional y concluyendo que se diese mucha prisa en encontrar una solución a su caso que las cosas podían empeorar. Mensaje esperanzador y útil como pocos, está claro. Mensaje grabado, por cierto, lo que hace pensar que las embajadas habían cerrado. Así que por su cuenta consiguió llegar a Nairibi, de ahí a Doha, a Livingstone, a Madrid y se encuentra rumbo a Barcelona en estos momentos. Una persona resolutiva y con tesón.
No pueden decir lo mismo, personas más mayores como Miguel Ángel R., a quien la fiesta le pilló en Filipinas, a mediados de febrero… rápidamente compró un vuelo de vuelta que pasaba por China y que fue cancelado. Entonces compró otro que pasaba por Dubai y que también fue cancelado. Las compañías harán las devoluciones pertinentes, pero con tiempo… en un plazo razonable de 3 meses. Y evidentemente uno no se compra un vuelo a Dubai al precio de una barra de pan. Si uno tiene que sufragarse 20 vuelos y esperar que alguno, con suerte, salga… es un dispendio que no todos nos podemos permitir. Y ahí está el hombre, esperando encontrar una solución y sin ninguna ayuda por parte de ninguna embajada.
A Ángela la echaron de su trabajo nada más comenzar la pandemia. Y como trabajaba en un hotel y el hotel cerró, la pusieron de patitas en la calle con todas sus cosas. La embajada se ofreció amablemente a ayudarla con el tema burocrático una vez hubiese pasado todo eso… así que tuvo que coger un coche y conducir desde Alemania hasta Madrid sin ayuda ni información. Una valiente, sin duda. El caso de Xenia M. R. es aun más divertido. Ella reside en Nueva Zelanda y estaba de viaje en Japón. Al ser española, no le permitieron volver aun teniendo su residencia en el país, así que se quedó atrapada en Japón. Allí buscó ayuda de la embajada y la respuesta fue: “Si quieres volver a España, vuelve ahora”. A día de hoy, sigue en Japón, esperando una solución.
Jesús C. Empezó su periplo por su cuenta hasta que se vio en la tesitura de cruzar Francia. En Düsseldorf pidió ayuda al consulado y le dieron largas: “le recomendamos que adelante su viaje”, “si no puede, entonces le recomendamos que posponga su viaje”… a grandes males, grandes soluciones, está claro. Así que decidió continuar su camino hacia España. En el consulado de Lyon le dijeron que se pusiera mejor en contacto con el de Estrasburgo “porque esa era su demarcación”, quiera eso decir lo que quiera decir. El consulado de Estrasburgo llega días sin contestar ni al teléfono ni al e-mail. Estará cerrado también. Así que, el hombre ha decidido continuar sin ninguna ayuda por parte del gobierno español. Lógicamente. Por su parte, a Miriam B. le contestaron alegremente desde Perú, que “hasta finales de mes no le podrían dar información alguna” y allí está ella viviendo casi de la caridad y sin ninguna medida de protección ante el contagio. Norelis Z. Lleva días intentado conseguir una forma de volver desde Lisboa hasta Canarias… hoy por fin ha conseguido una conexión: Lisboa-Extremadura-Madrid-Sevilla-Canarias. También por su cuenta, por supuesto.
Y la lista es interminable: estudiantes que no pueden sufragarse los vuelos, encarecidos en demasía por otra parte, gente mayor sin a penas recursos, y no hablo sólo de recursos económicos, sino de la posibilidad de moverse deprisa o de navegar por la red en busca de soluciones… personas cuyos posibles vuelos hacen escala en países cuyas normas les impiden entrar, como es el caso de no poder pasar más de 12 horas en un aeropuerto, aunque la escala dure 24…; la necesidad de visados para hacer escala, lo que se choca de frente con la decisión de no extender visados a nadie o esos otros países en los que te exigen un seguro de salud de 100.000€ por si acaso, aunque tú vayas a pasar por allí menos de 5 horas. Requisitos desorbitados que no están al alcance de cualquiera.
hay tantos casos que es descorazonador.
Marga N. apuntaba que el mayor problema es la falta de información. Ciertamente, puesto que muchas embajadas y consulados han decidido cerrar y abandonar a los ciudadanos a su suerte. Sí, cerrar en estos momentos o al menos no atender al público, que viene a ser lo mismo. Algo así como si los médicos decidiesen ponerse en huelga ahora mismo. Ilógico, pero parece que en España, posible y hasta normal.
Son miles de personas las que han conseguir volver a casa por sus propios medios, sin ayuda del gobierno, pero apelando a la solidaridad y generosidad de otros españoles que sí han estado a la altura para echar una mano. Porque otra cosa no, pero los españoles somos solidarios y gracias a iniciativas como las de Laura M. y su hermano Alfonso, que decidieron crear una plataforma de ayuda a través de redes sociales (Españoles afectados Coronavirus cierre de fronteras en Europa) con la que la gente puede conseguir información de primera mano allá por donde pasa y ayuda de otras personas en su misma situación o residentes que sí están dispuestos a cooperar. Siempre a ayudar. Una plataforma en la que se encuentra gente tan solidaria como Belén L., quien desde su agencia de viajes, Aire Viajero, en Alcalá la Real (Jaén) se ha dedicado altruistamente a recolocar a todo aquel que ha solicitado su ayuda, en vuelos por todo el mundo y ha traído a muchos más españoles a casa que el Ministerio de Asuntos Exteriores. Gracias a gente como ellos, no se pierde la esperanza. Y desde aquí. Desde ahora. Exigimos al Gobierno que cumpla su parte del trato y se haga cargo de los ciudadanos españoles perdidos por el mundo. Abandonados en aeropuertos y ciudades extrañas, en condiciones terribles y probablemente pasando mucho miedo y mucha ansiedad. Esos ciudadanos que pagan sus impuestos y que acatan las normas, ahora esperan que el gobierno también no haga y no los abandone a su suerte. El Gobierno de España debe ineludiblemente ayudarles y debe hacerlo inmediatamente.
Desde Revista80dias queremos agradecer vuestras muestras de confianza habiendo compartido con nosotros vuestros testimonios y aquí seguiremos para ayudar en todo lo posible. Mucho Ánimo!