Miles de personas se calzan unas zapatillas cada año (53.712 en agosto de 2016) y se lanzan a los caminos que llevan a Santiago de Compostela. ¿Peregrinaje, turismo religioso o turismo cultural? ¿Qué es el turismo religioso? La línea que separa estas modalidades es tan difusa que la mayoría de expertos no se ponen de acuerdo sobre una definición que permita realizar una radiografía de este turista y, por lo tanto, adaptar los destinos. Porque, como señalan las profesoras Gemma Cànoves y Asunción Blanco, de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), es “complicado saber las motivaciones de visita de los lugares sagrados, porque no se pregunta” a los turistas.
Además, el turismo religioso no es sólo el que realizan las personas de confesión católica. Fieles de otras confesiones también peregrinan. La Organización Mundial del Turismo (OMT) calculó en 2007 que el volumen de viajeros por turismo religioso fue de 300 millones de personas. La Santa Sede ya había cifrado entre 220 millones y 250 los millones de personas que acudían a centros de culto, más del 60% de las cuales eran cristianas. Y, hace unos años, el Plan de Turismo 2020 elaborado por el Gobierno español estimaba que en Europa se movían cada año cerca de 30 millones de cristianos, que dedicaban sus vacaciones a peregrinar o visitar lugares santos.
Datos anticuados y poco exactos
Así de anticuadas y difusas son las cifras que existen sobre este segmento del turismo. Y, además, conviene tener en cuenta la diferenciación que ambas profesoras de la UAB realizan para dos términos que pueden parecer hermanos. Por un lado, peregrinaje, que se refiere al viaje para llegar a un lugar considerado sagrado. Por otro lado, el turismo religioso, que es el viaje turístico donde el elemento religioso constituye uno de sus objetivos principales. Es decir, el peregrino tiene una meta, que es llegar a su destino, un lugar sagrado, unido a la oración y la penitencia. Sin embargo, el turista religioso visita el lugar sagrado, pero no como su objetivo final, ya que da prioridad al conocimiento de objetos pertenecientes a la cultura religiosa.
Y es que los lugares de culto, de peregrinación o “santos” se han convertido en imanes que atraen a todo tipo de visitantes. Esto provoca conflictos entre los que acuden buscando una experiencia religiosa y aquellos que lo hacen movidos por un interés cultural, porque los destinos se convierten en verdaderas máquinas de hacer dinero. Las profesoras Cànnoves y Blanco citan a la antropóloga Valene Smith para apuntar la relación entre peregrinaje y turismo, que se concreta en el “turista existencial” o “espiritual”. Aquí los datos vuelven a ser antiguos, ni más ni menos que del año 2009, cuando el informe Familitur, elaborado por el Instituto de Estudios Turísticos, radiografiaba al turista religioso como un viajero que se mueve en familia, de los que más de la mitad usan hoteles de entre tres y cuatro estrellas y que gasta al día cerca de 200 euros en el destino.
España cuenta con un patrimonio religioso de valor incalculable tanto desde un punto de vista artístico como espiritual. Iglesias, mezquitas, conventos, monasterios, sinagogas o catedrales se alternan con celebraciones que, nacidas como manifestaciones de fe popular, se han convertido en grandes atractivos turísticos. Los santuarios marianos como el de Covadonga, en Asturias, atraen también a fieles de todas partes del mundo.
Destinos Jubilares de España, concesiones extraordinarias
De entre todas las posibilidades del turismo religioso español destacan los Destinos Jubilares: Caravaca de la Cruz, Santiago de Compostela, Santo Toribio de Liébana, Tarragona, Utrera y Urda. España es el único país del mundo, junto a Italia (por Roma) e Israel (por Jerusalén), donde se celebran Años Jubilares con periodicidad, según recoge Turespaña en su web.
El más antiguo de todos es Santiago de Compostela, destino religioso desde el siglo IX, que “goza de un singular privilegio concedido por vez primera hacia 1122 por el Papa Calixto II”, explica Flavia Ramil, gerente de Turismo de Santiago. Según este privilegio, “cada año en que el 25 de julio, fiesta del Apóstol Santiago, coincide en domingo, se podrán ganar en la Iglesia de Compostela las gracias del Jubileo”, añade Ramil. “Debido a esta condición, los Años Santos se producen con aparente irregularidad, separados por intervalos de cinco, seis y once años”.
Liébana, en Cantabria, también es Destino Jubilar desde la Edad Media, con la particularidad añadida de que se trata de la única región del mundo con dos caminos de peregrinación jubilar cristiana, el de la Costa, hacia Santiago, “la más antigua de las rutas de peregrinación jacobeas”, y el de Santo Toribio, reconocido con Bula en 1512, a cuyos peregrinos se conoce como “crucenos” o “peregrinos de la Cruz”, puntualiza Pilar G. Bahamonde, directora del Centro de Estudios Lebaniegos y Torre del Infantado.
2017 y 2021, siguientes citas jubilares
El último Año Jubilar en Santiago de Compostela fue en 2010. El siguiente se celebrará en 2021 y no debe confundirse con el Año Xacobeo, “concebido como una celebración laica”, apunta Flavia Ramil, “que promueve un conjunto de actividades de dinamización cultural y turística” que se puso en marcha con motivo del Año Santo 1993. “Su organización corresponde a la Xunta de Galicia” mientras que la organización del del Año Jubilar “corresponde a la Iglesia”.
Quienes están a las puertas de comenzar su Año Jubilar particular son Caravaca de la Cruz, en Murcia, y Santo Toribio de Liébana, en Cantabria, donde saben bien lo que es multiplicar el número de visitantes por este motivo. Frente a los 60.000 turistas anuales de un año convencional, en 2006 –último Año Santo Lebaniego- recibieron 1,25 millones. En 2017 estas dos localidades españolas volverán a celebrar Año Jubilar porque conservan, según la tradición, sendos trozos de la Cruz de Cristo o Lignum Crucis.
Tarragona, en cambio, basó la celebración de su Año Jubilar 2008-2009 en la conmemoración del 1.750 aniversario del martirio de san Fructuoso y sus diáconos, Augurio y Eulogio. Ese evento sirvió para que la ciudad “fuera tomando conciencia de su excepcional patrimonio paleocristiano y la necesidad de su potenciación”, apunta Andreu Muñoz Melgar, director del Museo Bíblico de Tarragona y director técnico de la ruta “Los primeros cristianos de Tarraco”. Se trata de dos propuestas específicas que complementan, ampliando su significado y trascendencia, la consideración de la ciudad catalana como Patrimonio de la Humanidad por sus ruinas romanas, una circunstancia que hace prácticamente indisociables los intereses espirituales de las inquietudes culturales.
En Utrera tienen claro que su consideración como Destino Jubilar desde 2007 –coincidiendo con el 500 aniversario de la llegada a la localidad de la Virgen de la Consolación- atrae “a fieles que desean adquirir la indulgencia plenaria”.
¿Turismo religioso vs turismo cultural?
La línea que separa a turistas religiosos de turistas culturales es, muchas veces, demasiado delgada y determina la adaptación del destino a las exigencias específicas de unos y otros. En el caso de Utrera, la celebración de su Año Jubilar pasa por “la elaboración de una programación cultural que se adapte a las actividades de culto junto a la oferta gastronómica y hospedaje”, dice María del Carmen Cabra Carmona, segunda Teniente de Alcalde y delegada de Turismo, Festejos y Comercio del Ayuntamiento de Utrera, que sí distingue entre unos y otros. “El turista religioso es aquel que se mueve por la fe y sus destinos corresponden a ciudades santas con un gran flujo de peregrinación”, explica Cabra. En Utrera priorizan “la sacralidad de los lugares y sus celebraciones; todo tipo de acto turístico se llevará a cabo respetando el edificio y los fieles.”
El turista cultural, en cambio, “es aquel interesado en los bienes inmuebles del destino turístico, que se mueve por un interés cultural y cuyos objetivos son conocer los aspectos más característicos del destino escogido”, según la delegada de turismo utrerana. Por su parte, Pilar G. Bahamonde también cree que se debe “distinguir entre peregrinos y visitantes culturales para luego ahondar más en el perfil del peregrino y descubrir los motivos por los que peregrina”.
Por el contrario, Flavia Ramil considera que “Santiago es un destino turístico que va mucho más allá de ser meramente un destino religioso”. Además de Ciudad Patrimonio de la Humanidad, se añade que el “Camino de Santiago, que tiene un origen católico, hoy día es recorrido por miles de personas procedentes de más de 150 países, con culturas y creencias distintas entre sí”, por lo que “el perfil tipo del visitante es más bien el del turista cultural, entendido el concepto ‘cultural’ en un sentido amplio”, explica Ramil.
Las cifras de lo religioso
España es tan país de sol y playa como de monasterios y conventos. Frente a las cifras de record –al menos en términos de llegadas e inversión- del primer modelo, ¿qué datos de inversión y rentabilidad arroja el segmento religioso-cultural?
“Organizar un Año Jubilar cuesta en torno a 800.000 euros o un millón de euros”, revela la responsable utrerana. El resultado es “un favorable impacto económico a nivel nacional, principalmente, e internacional” porque, a pesar de que “el gasto medio del turista religioso vendría a ser el mismo que el del turista cultural, el número de visitas durante un Año Jubilar triplica las realizadas durante un año que no lo sea”.
En Galicia, “el Año Santo impacta directamente en el conjunto” de la Comunidad Autónoma. Exceltur, en su informe “Impactur Galicia 2010”, indica que la actividad económica que generó el Xacobeo, que depende de la Xunta, en cifras absolutas, ascendió a 6.138 millones de euros. “No tenemos datos para saber qué porcentaje de esa cantidad recayó directamente en Santiago”, puntualiza su gerente de Turismo “pero sí pensamos que se trató de un porcentaje relevante en tanto que es el principal lugar de celebración del Xacobeo y el principal destino turístico gallego”.
En Tarragona, “han pasado unos años y la inversión se hizo desde diferentes instituciones que ayudaron a su proyección: Iglesia diocesana, Generalitat de Catalunya, Diputación y Ayuntamiento de Tarragona y otras entidades y particulares”, explica Muñoz Melgar. “En la actualidad se trabaja en una mesa en la que se encuentran representadas las siguientes entidades: Arzobispado y Ayuntamiento de Tarragona, Generalitat de Catalunya y una asociación civil denominada Asociación Cultural San Fructuoso. La dinamización de esta mesa corre a cuenta del Patronato Municipal de Turismo.”
¿Tiene futuro el turismo religioso en España?
El turismo religioso cuenta con distintos modelos, a veces complementarios. Además de los Destinos Jubilares, España dispone, durante todo el año, de una oferta muy amplia de lugares y experiencias. A las catedrales, conventos y monasterios –algunos de los cuales apuestan por organizar actividades turísticas con las que sufragar sus gastos- se suman celebraciones como las de la Semana Santa, que ofrece una ruta temática específica en Andalucía, Caminos de Pasión, a la que Utrera se adhirió el año pasado por “la devoción y belleza de su Semana Santa junto a su patrimonio artístico, natural y gastronómico”. Ese conjunto de intereses hace que el turismo religioso en Andalucía sea “un campo por explorar”, asegura María del Carmen Cabra Carmona.
“El turismo religioso está, sin duda alguna, en alza”, asevera la directora del Centro de Estudios Lebaniegos. “Claro ejemplo lo tenemos en el desarrollo del los Caminos de peregrinación que hilvanan nuestra geografía y la concesión por parte de la UNESCO al inmemorial a los Caminos del norte y, cómo no, el Camino de la Costa, Patrimonio de la Humanidad en 2015”. Aunque, añade, “indudablemente queda mucho camino por recorrer en la promoción y gestión de todo el territorio que comprende”.
La divulgación es un factor fundamental en la supervivencia y el desarrollo de este patrimonio, sobre todo en un siglo XXI mayoritariamente escéptico y descreído. En ese sentido, “la clave es mucha pedagogía; hacer entender que más allá de la fe, la cultura religiosa es esencial en la formación integral de las personas”, reflexiona el director del Museo Bíblico de Tarragona. “En el caso de Tarragona las instituciones lo entienden. Ha sido muy importante integrar en la mesa de coordinación de la ruta a la Asociación Cultural San Fructuoso y a técnicos de pedagogía de la Generalitat que trabajan en crear materiales para educadores y alumnos”, público al que se suman “colectivos de comunidades cristianas que buscan las raíces del cristianismo en la ciudad con un componente espiritual” y “particulares de nivel culto procedentes del resto de España, Italia, Francia y de países anglosajones.” Pese a todo, el Museo Bíblico de la ciudad, que recibe cerca de 5.000 visitantes al año, es “bastante desconocido” y “sobre la Ruta de los Primeros Cristianos no existe un sistema tipificado de entrada unitaria que nos permita hacer un recuento exacto”, aunque durante el Año Jubilar se registró la llegada de unas 50.000 personas.
Bahamonde considera que “se trata de disociar entre religión y patrimonio religioso, por paradójico que parezca, para así acercar a todas las comunidades hacia un mismo punto de partida”. En esa línea, Cantabria forma parte de la plataforma europea Future for Religious Heritage (FRH) para la salvaguarda del patrimonio religioso europeo cuya labor “es la concienciación y el aumento de interés en la ciudadanía hacia el estado de todos esos marcadores históricos de religiosidad, cultura, tradición e identidad”.
Turismo religioso de otros credos
Muchas ciudades españolas hacen gala de haber sido escenarios irrepetibles de la convivencia pacífica entre las tres grandes religiones monoteístas del mundo y su patrimonio atrae también a turistas religiosos judíos y musulmanes.
“Sí hay turismo religioso hebreo; es lo que llamamos turismo de herencia judía”, explica Ziva Freidkes Szeinuk. Se produce “en las ciudades que dieron luz a grandes figuras, como Córdoba (cuna de Maimónides) o el Call (barrio) de Gerona”, donde nació Nahmanides. “O cuando se bebe un vino kosher de alguna de las preciadas bodegas españolas”. Freidkes Szeinuk sabe bien de lo que habla porque desde 2014 dirige Sefarad Connection, una agencia de viajes especializada en turismo judío.
Grupos escolares o de personas mayores, jóvenes, familias o parejas procedentes de Estados Unidos, Israel, Argentina, México, Canadá, Reino Unido o Francia recurren a sus servicios para visitar, sobre todo, las 24 ciudades que forman parte de la Red de Juderías. “Una de las características importantes del turismo judío son las condiciones de alimentación kosher que en el último tiempo están desarrollándose y empezando a facilitarse en España”.
Otra certificación alimentaria específica –halal– es también importante para el turismo islámico, que crece constantemente en España. En 2014, último año del que se tienen referencias, de los 65 millones de turistas que llegaron a España, cerca de dos millones eran musulmanes, un 18% más que en 2013, según datos de Halal International Tourism. Argelia (220.000 viajeros), Turquía (215.000) y Marruecos (200.000) fueron los principales mercados emisores, aunque los turistas procedentes de Indonesia (+118%), Jordania (+90%) y Kazijistán (-87%) crecieron considerablemente. “No se contabilizan los musulmanes de Francia, India y China porque no proceden de países de mayoría musulmana”, explican los autores del informe. El patrimonio andalusí de ciudades como Córdoba, Granda, Toledo, Málaga, Sevilla o Madrid es, dicen, la baza de España para situarse entre los principales destinos halal friendly del mundo.
Para Ziva Freidkes Szeinuk, el turismo kosher “fortalece la identidad y la cultura” de los judíos extranjeros tanto como la del “turismo interno español” porque “la herencia sefardí tiene una gran relevancia; no tanto por su patrimonio tangible sino también de ese patrimonio cultural intangible que ha de encontrar su reflejo en la diversidad de la España del siglo XXI”, donde viven 40.000 judíos gracias a los cuales “los turistas tienen también la posibilidad de realizar hoy las mismas ceremonias, pronunciar los mismos rezos o cantar las mismas canciones en la misma tierra que lo hicieron sus antepasados hace más de 10 siglos. De esta manera, se tiende un puente indisoluble entre el pasado y el presente”.