La noche del 31 de octubre nos permite explicar el origen de Halloween. Varias etnias precolombinas, como los mexicas o los mayas, ya celebraban esta noche hace cientos de años (con otro nombre, claro), al igual que los aborígenes australianos, los persas, los indios, los asirios y los antiguos celtas. Y no sólo conmemoraban el culto a la muerte en el equinoccio de otoño, sino que además era su celebración del Año Nuevo. Es curioso que todos eligieran la misma fecha para festejar prácticamente lo mismo, aun estando a miles de kilómetros unos de otros.
Y es que el culto a la muerte, bien se llame Día de Muertos, Samhain, Durga o simplemente Halloween, es algo que de una u otra forma hay que celebrar. Pero, sobre todo, es una noche mágica en la que la frontera entre ambos mundos se desdibuja. Eso significa que, al margen de nuestras creencias o de nuestras preferencias religiosas, las ciudades se van a llenar de fiestas y todo se centrará en pasar miedo.
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También podemos aprovechar esta noche (y el periodo vacacional que suele llevar asociado) para realizar un viaje muy original: Transilvania. Se trata de una región en la parte noroeste de Rumania, históricamente vinculada con las historias de terror y es que, al margen de lo que la literatura o la propaganda política hicieran en su momento, lo cierto es que en este lugar hay, al menos, 5 enclaves cuyas leyendas os harán temblar.
Empecemos por el aterrador Castillo de Hunyad, construido en torno al siglo XV, que tiene una impresionante torre llamada “Nje Bojsia”, que significa “no tengas miedo”. Esta torre estaba dedicada a los mercenarios serbios que lucharon allí. El castillo perteneció al rey Mathias Corvin, quien se supone que tuvo allí encerrado durante siete años al príncipe de Valaquia, Vlad Tepes, tras haber sido depuesto en 1462. Se trata del mismo Vlad que se haría muy famoso por los crueles castigos que infligía a sus enemigos y que le valieron el título de “Vlad el Empalador”. Sin embargo, ahí no termina la historia, porque Iancu de Hunedoara, uno de los líderes de la fortaleza, prometió la libertad a tres presos turcos si cavaban en la roca del castillo hasta encontrar agua. Y cavaron durante nada menos que 28 años. Pero cuando encontraron el agua, Iancu había muerto y a su esposa no le interesaba cumplir las promesas de su marido, así que ordenó decapitarlos. Los prisioneros lanzaron una maldición sobre el lugar escribiendo en la pared, junto a sus nombres, la frase “Ahora tienes agua, pero no tienes corazón”. Hasta la fecha se puede leer esta inscripción.
La Iglesia Negra tampoco se queda atrás. Es uno de los edificios góticos más bonitos de toda Rumanía. Su nombre se debe a un incendio que la dejó ennegrecida en el siglo XVII. Turísticamente hablando se puede admirar uno de los órganos más impresionantes de Europa y algunos agujeros de bala, resultado de la violenta revolución de 1989. Pero lo que nos interesa, el misterio, está fuera. En la parte superior de uno de los pilares hay una estatua de un niño que parece que va a caerse. Al parecer ese niño era un aprendiz con muchísimo talento que hizo enfurecer de celos a su maestro, durante la construcción de la iglesia, y fue él quien empujó al pequeño, que murió al estrellarse contra el suelo. Más tarde, el hombre confesó su culpa atormentado por el remordimiento y fueron el resto de los constructores quienes construyeron la estatua en homenaje al aprendiz. En la región se cuenta que cuando baja la niebla, se pueden escuchar sus gritos de dolor.
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El Puente de las Mentiras, que se encuentra en Sibiu, no en Transilvania, merece la pena aparecer en nuestra aterradora escapada, porque se trata de un precioso e inofensivo puente… siempre que no seas un mentiroso. Si no dices escrupulosamente la verdad mientras lo cruzas, el puente hará ruidos extraños, llegando incluso a romperse haciéndote caer al vacío. Y es que se cuenta que los comerciantes que engañaban a sus clientes eran arrojados desde este puente, haciendo que la honestidad fuese un rasgo distintivo en la región si se quería conservar la vida. Pero es que también se arrojaba a las mujeres que habían mentido sobre su “pureza” a la hora de contraer matrimonio y en este mismo sitio las muchachas llevaban a sus pretendientes para saber si sus promesas eran ciertas o no…
La Cueva Scarisoara está en las montañas de Bihor, en los Montes Apuseni. Es la cueva de hielo más grande de Rumanía y se formó como remanente de la última glaciación. Es una cueva absolutamente fantástica, cuya majestuosidad está envuelta en un halo de misterio, lo que, como no podía ser de otra manera, desemboca en la formación de multitud de leyendas a lo largo de su historia. Por ejemplo, un dragón llamado Solomat vivía dentro de la cueva y todos los años, la noche de Año Nuevo (que en ese momento se celebraba durante el solsticio de otoño, como hemos comentado anteriormente) raptaba a una muchacha, a la que no liberaba en todo el año, cuando volvía a raptar a una nueva. Esto aterrorizaba a las chicas jóvenes, especialmente por estas fechas. La cueva no sólo tiene leyendas negativas: dentro hay dos pequeños lagos con aguas mágicas. Bastaba con arrodillarse en la orilla, meter la cara y beber un poco de agua para hacer realidad cualquier deseo que se pidiese, con la única condición de que no se revelase nunca el objeto del deseo.
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Y la joya de las leyendas, el Castillo de Bran en el que se inspiró la historia del conde Drácula, de Bram Stoker. Lo cierto es que ni Stoker ni el propio Vlad Teppes, el conde Drácula, vivieron allí. De hecho Stocker ni siquiera lo visitó, mientras que el príncipe de Valaquia tan sólo pasó allí un par de noches cuando lo capturaron sus enemigos y lo encerraron en una mazmorra. Sin embargo, la leyenda lo precede y eso es siempre importante. Lo que sí es cierto es que el castillo está lleno de criptas y pasajes oscuros, una misteriosa cueva y el lugar donde descansa el corazón de la reina María de Rumanía. La leyenda cuenta que, a pesar del conde Drácula y su carácter de ficción, en la región sí hubo un vampiro. Es decir, un hombre aquejado de porfirias, una deficiencia metabólica que, en aquél tiempo y a falta de medicamentos, obligaba a quien la padecía a alimentarse con sangre humana para compensar esa carencia y no deformarse hasta morir. Dice la leyenda que jóvenes y niños desaparecían repentinamente y no se volvía a saber de ellos, hasta que se descubrió la guarida de aquel hombre muy cerca del castillo, lo que supuso el pistoletazo de salida para la historia que hoy nos fascina. Y por si os interesa, el castillo se vende por 59 millones de euros. Cuenta con 57 habitaciones, pero no tiene agua corriente. Todo un reto. Si se trata de pasar miedo, es el lugar ideal para pasar la noche del 31 de octubre.
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