Hubo un tiempo en el que la cartelería era un arte en sí misma y una forma muy eficaz de comunicar ideas y pasiones. En España, el cartelismo tuvo su auge durante la Guerra Civil (1936-1939), periodo en el que las principales ciudades del país cambiaron el ladrillo de sus paredes por carteles de uno y otro bando, llamando a filas, recordando lo nefasto que es el fascismo o ilustrando sobre los desmanes del comunismo. Después, el uso de la fotografía con fines propagandísticos acabó por sepultar al cartel como forma de comunicación definitivamente.
En la época de la imagen y el vídeo, el Patronato de Turismo de Huelva ha venido a señalar la importancia que el cartel ha supuesto en la promoción de la provincia andaluza. El organismo ha preparado una exposición de los carteles que el artista Óscar Mariné y Christian Boyer diseñaron para el Patronato en los años noventa del siglo XX. La exposición, que conmemoraba los treinta años del Patronato, acabó el 18 de octubre, pero ha servido para contemplar una veintena de los diseños que dieron la vuelta al mundo para mostrar Huelva desde otro punto de vista. La luminosidad de la provincia, su cultura y la oferta turística se pueden apreciar aún hoy en los dibujos de Óscar Mariné.
Se trata de dibujos con tintas planas y trazos contundentes, muy sintéticos y minimalistas, pero con gran expresividad. Un arte, porque hacer que algo sencillo comunique una idea es muy difícil. La capacidad de síntesis que hace falta para saber cuáles son los elementos fundamentales que trasladarán al vidente la idea que queremos transmitir es un don que muy pocos atesoran.
Este medio tuvo el placer de charlar unos segundos con Mariné, quien nos comentó que la iniciativa de los carteles, como forma de promoción de Huelva, nació para responder al hecho de que los presupuestos publicitarios para promoción turística eran muy exiguos en los años noventa del siglo pasado. Mariné también comenta que muchas veces se recurre a la fotografía o el vídeo para recrear paisajes que después no tienen nada que ver con el destino en cuestión. Mientras, un cartel de trazos sencillos permite una mayor creatividad ajustándose a la realidad, pero dejando que la imaginación del vidente pueda volar libremente.