MADRID.- El panorama de los aeropuertos españoles es dantesco. El año 2013, que ha terminado recientemente, arroja una pérdida del 3,5% en el número de pasajeros que han usado los aeródromos españoles, hasta los 187,36 millones de personas, según los datos que facilita Aena Aeropuertos, la empresa pública que los gestiona. Y eso a pesar de que 2013 ha sido un año récord en la visita de turistas extranjeros a España, ya que se llegará casi a los 60 millones.
Aena controla 49 aeropuertos en España, de los que sólo 12 han conseguido aumentar o mantener el número de pasajeros del año 2012. La cifra da una idea del excesivo número de aeródromos para un país que no tiene la suficiente demanda. Las caídas de pasajeros se han concentrado en el viajero nacional, muy impactado por la crisis de consumo.
Madrid-Barajas es el principal aeropuerto de entrada a España y, aún así, ha registrado un 12,1% menos de pasajeros en 2013, hasta llegar a los 39,73 millones. Sin embargo, el aeropuerto de Barcelona-El Prat ha conseguido mantener su número de usuarios (con un crecimiento del 0,2%) en 35,21 millones durante el último año. La caída en Madrid ha impactado directamente en el turismo de la capital de España, que ha terminado un ejercicio muy difícil. Las administraciones no cuentan con un programa claro para fomentar el turismo y el incremento de tasas aeroportuarias han hecho que las aerolíneas, sobre todo las de bajo coste, hayan reducido o eliminado rutas en la capital.
El resto de aeropuertos que han mejorado sus números son los más turísticos: Palma de Mallorca (0,4% más de pasajeros), Málaga (2,7%), Alicante- Elche (8,8%), Tenerife Sur (2%), Ibiza (3,1%), Lanzarote (3,2%), Menorca (0,8%), Reus (3,6%) y La Gomera (24,2%).
Las últimas cuentas públicas desglosadas de cada uno de los aeropuertos españoles datan de 2011 y mostraban que sólo 10 de los 49 aeródromos eran rentables. El resto (los del interior de España) tienen pérdidas. Ana Pastor, ministra española de Fomento, aprobó un plan para reducir gastos en estos aeródromos e intentar conseguir su rentabilidad. Habrá que esperar a los números para saber cómo ha funcionado, pero con los datos de uso por los pasajeros, que son los que generan ingresos en los aeropuertos, todo indica que estas reducciones habrán sido en balde.