Hasta el siglo XV, los habitantes de confesión judía convivieron con cristianos y musulmanes en la península ibérica. Como legado nos dejaron sus juderías, los barrios en los que moraron, pero también documentos, costumbres y hasta guisos. La Red de Juderías de España, una asociación compuesta por 20 ciudades que cuentan con judería, se encarga de poner en valor este patrimonio.
Este medio ha visitado las juderías de Calahorra (La Rioja), Estella (Navarra), Tudela (Navarra) y Tarazona (Aragón). Fueron las ciudades del destierro, porque cuando los Reyes Católicos emiten el decreto de expulsión de los judíos en 1492, muchos sefardíes de los reinos ibéricos emigraron a estas ciudades, la mayoría insertas en el Reino de Navarra. Allí pudieron vivir hasta 1498, cuando la presión de los Reyes Católicos produjo el éxodo judío final.
Calahorra: la judería en la memoria
La judería de Calahorra tiene pocos vestigios que ver, pero sirve de pretexto para visitar una ciudad industriosa y rememorar cómo fue la vida de los judíos que habitaron este cruce de caminos.
Estella-Lizarra: la judería rica
La localidad navarra de Estella-Lizarra albergó la tercera judería más importante del antiguo reino medieval. Sus habitantes aportaban el 10% de los impuestos de la corona.
Tudela: la judería intelectual
Tudela es conocida por la calidad de sus verduras, pero el municipio navarro albergó una de las juderías más importantes del Norte de la Península, sobre todo por la calidad de sus escuelas talmúdicas y de los personajes que salieron de la misma.
Tarazona: la judería de las casas colgadas
La ciudad aragonesa de Tarazona conserva una de las mejores juderías, muy bien señalizada y punto de referencia de debates talmúdicos en su época.