Para un periodista hay ciertas informaciones que son muy apetitosas y, para un medio de comunicación que lucha por las audiencias, es difícil no divulgarlas. Por ejemplo, las conversaciones de los momentos finales en el accidente del vuelo JKK5022 de Spanair, ocurrido el 20 de agosto de 2008 en el Aeropuerto de Madrid-Barajas. La Cadena Ser ha difundido las conversaciones de la cabina de pilotos instantes antes de que el avión se estrelle. A parte de morboso, hay que valorar si esta información aporta realmente algo que no se sepa, máxime cuando las conversaciones ya se conocían con anterioridad.
No todo vale en periodismo. También hay que pensar en los familiares de las víctimas y en las propias víctimas que sobrevivieron al accidente. ¿Qué aportan estas conversaciones al público general? Pensamos que nada. A efectos de la investigación técnica y judicial pueden tener su valor, pero para el ciudadano de a pie sólo son un reflejo de lo que pasa cada día en una cabina de pilotos y que no pone en entredicho el trabajo de estos profesionales. Por otro lado, tampoco creemos que haya que tomar como una verdad absoluta el argumento del Sepla de que no se deben dar a conocer las conversaciones de cabina. En este caso desde luego que no y, a parte de la prohibición legal también debe operar la ética para saber qué se debe dar a conocer y qué no. Sin embargo, ¿por qué no se deben publicar conversaciones con relevancia informativa?
Aunque criticamos que la Cadena Ser haya dado a conocer las conversaciones de cabina, también debemos alabar el resto de cobertura informativa que está dando, publicando los vídeos de la declaración de los técnicos de mantenimiento ante el juez y las partes. Una cosa no quita la otra.