Sigue habiendo sombras en la anunciada recuperación del turismo en España, que muestran los problemas estructurales de esta actividad. Es cierto que los españoles, tras siete años de crisis, empiezan a moverse de nuevo, aunque la desconfianza en la estabilidad del trabajo y las condiciones de muchos empleos todavía son cortapisas. Sin embargo, la alta estacionalidad y los nuevos modelos de negocio están consiguiendo que el turista extranjero empiece a dar signos de cansancio.
En primer lugar, a pesar de que el número de turistas foráneos que llegan a España no deja de crecer, la realidad es que cada vez realizan menos pernoctaciones. Una pernoctación es una noche reservada en un alojamiento y sirve como indicador para medir la rentabilidad de los turistas. El último informe de Exceltur, la asociación de grandes empresas turísticas españolas, indica que entre enero y febrero el número de turistas se ha incrementado un 5,4%, pero las noches que han reservado sólo han crecido un 0,6%. Es decir, que aunque han llegado más visitantes foráneos al país mediterráneo, se han reservado las mismas noches en hoteles, apartamentos o casas rurales que en la primera parte del año 2014. Una muestra de que más turistas no implica mayor rentabilidad para las empresas.
El único sector del alojamiento que ha visto un repunte en sus datos es el del turismo rural, que ha sumado un 16,5% más de viajeros y un 10,4% más de pernoctaciones. Si estos datos se consolidan durante 2015, podría suponer la necesaria internacionalización del segmento de la oferta rural, muy hipertrofiado durante la crisis y con otros problemas de fondo, entre ellos la falta de profesionalización, según apuntan diversos expertos. Además, podría ser una fuente de desestacionalización, es decir, de afluencia de visitantes en meses del año que se han caracterizado siempre por su escaso número de viajeros. En España, el periodo con mayor llegada de visitantes extranjeros es el verano, por lo que buena parte de la actividad turística, y del empleo, se concentra entre los meses de julio a septiembre. Conseguir que las llegadas se distribuyan a lo largo de todo el año es uno de los retos y su logro ayudaría a mejorar las cifras de empleo a lo largo de todo un ejercicio.
Otra de las tendencias del turista extranjero que más preocupa al sector es el aumento de la demanda de vivendas y pisos turísticos. Según los datos de Exceltur, que incorpora de las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE) y del Instituto de Estudios Turísticos (IET), la demanda extranjera para alquilar viviendas turísticas ha crecido un 24,5% en lo que va de año con respecto a 2014. Este importante incremento contrasta con otros más moderados, como la demanda en los hoteles (5,9%), en los apartamentos (2,3%), en el camping (3,8%) y en turismo rural (16,5%). Ahora bien, este deseo de pisos turísticos no significa que el tipo de viajero que llega a ellos realice mayor gasto en el destino, más bien suelen ser turistas de un perfil económico muy moderado.
Para explicar esta explosión es necesario tener dos cosas en cuenta. En primer lugar, los pisos turísticos han existido casi siempre, pero en los dos últimos años han empezado a ser más visibles gracias a portales de Internet como Airbnb, donde el propietario puede anunciarse y consigue llegar a un público muy amplio, generalmente joven. En segundo lugar, el turista ha modificado sus hábitos de consumo con la crisis, centrándose en alojamientos más baratos. A esto hay que sumar que las nuevas generaciones de turistas jóvenes valoran en menor medida los servicios de los alojamientos frente a la liquidez de que pueden disponer para gastar en el destino.
Los empresarios de los establecimientos tradicionales (hoteles y apartamentos) están preocupados por la comptenecia de los pisos turísticos. La principal queja es que este tipo de alojamientos no hacen frente al mismo número de requisitos legales y pago de impuestos que un hotel, por ejemplo. Esto hace que puedan ofrecer precios más competitivos. Sin embargo, la tendencia es hacia la desregulación del sector del alojamiento, siempre conservando la seguridad y las garantías de calidad para el viajero. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha realizado un estudio para recomendar cuál debe ser la legislación a aplicar en las actividades de economía colaborativa.