MADRID.- El turismo rural español vive su particular crisis. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el número de viajeros que se alojaron en casas rurales y establecimientos similares en 2013 ha caído un 5,92% con respecto al año anterior, hasta llegar a 2,5 millones de turistas rurales. Este hundimiento se ha producido por la reducción de viajeros residentes en España (un 7,17% menos en todo el año) debido a la situación económica que viven los españoles, con sueldos más menguantes y condiciones laborales menos estables. Por su lado, los turistas extranjeros que han realizado turismo rural se han incrementado en 2013, un 1,32%. Estos datos suponen que las noches contratadas en casas rurales también se han visto reducidas: un 7,69% en todo 2013.
Pero 2013 no ha sido el único año en que el negocio del turismo rural “pincha”. En 2012, el número de viajeros descendió un 1,68% y las pernoctaciones cayeron un 2,2%. En 2010, la caída en viajeros fue del 2,6% y la reducción de pernoctaciones del 4,1%. Y en 2008, el descenso en viajeros de turismo rural fue del 2%, con un 2,35% menos de noches contratadas. En este periodo, sólo en los años 2011, con un 2,14% más de viajeros, y en 2009, con un 3,19% más de viajeros, este negocio experimentó mejores cifras en un entorno de crisis.
Pocos profesionales
Esta es la visión general que arrojan las frías cifras, pero ¿cómo se explican estos datos en España, una potencia turística que recibe 60 millones de turistas, argumento unánime entre políticos de uno y otro color? Fabio Núñez, cofundador del portal especializado Escpadarural.com, explica que “el boom del turismo rural hizo que en su día se utilizasen muchas subvenciones para arreglar propiedades familiares que con el paso del tiempo tienen dificultades para captar clientes”. Y es que en 2001, el INE contabilizaba una media de 5.497 alojamientos rurales abiertos en España, cifra que creció a los 12.794 establecimientos en 2008 y que ha llegado a los 15.044 en 2013. Es decir, un aumento del 173% en doce años, cuando el número de viajeros sólo ha crecido un 100% en el mismo periodo.
La evolución de este sector no ha ido pareja a la profesionalización de los propietarios que trabajan en el mismo. Gustavo Nash, gerente general de las casas rurales El Bulín, en la Sierra del Rincón (Madrid) afirma que “la mayoría de los propietarios de casas rurales de toda España no se dedica en exclusiva a dicho negocio” y añade que “la formación fundamental en todas las áreas que actualmente engloba el éxito de una empresa de turismo rural (administración de empresas, marketing digital, publicidad, idiomas, gestión redes sociales, etcétera) ha sido históricamente insuficiente”.
Antes del inicio de la crisis económica en 2008, las comunidades autónomas se lanzaron a conceder subvenciones para la adecuación y reconversión de viviendas en casas rurales. La idea era revitalizar ciertas áreas rurales a través de la generación de negocio y de empleo. Sin embargo, lo que se consiguió con esta medida fue incrementar el número de aojamientos cuando la demanda no crecía de la misma manera. Además, las personas que recurrían a estas subvenciones las veían como una forma de mejorar su casa en propiedad, pero sin prepararse de forma profesional para tomar la riendas de un negocio muy difierente a la hotelería tradicional. No existen estudios independientes, pero el Obervatorio del Turismo Rural, una encuesta elaborada por Escapadarural en colaboración con la escuela de turismo CETT y Netquest, concluye que cerca de un 70% de los propietarios tienen otra forma de ingreso a parte de su negocio rural. Es decir, que siete de cada diez propietarios no se dedican en exclusiva a su negocio.
Vender mejor el producto
Todas los expertos consultados para este reportaje resaltan que el turismo rural tiene mucho potencial con los recursos naturales de que dispone España. Joseba Cortázar, director de comunicación de Homeaway en España y Toprural, explica que “la particularidad y ventaja del sol y playa [para venderse] sobre el turismo rural ha sido la facilidad de paquetización”. Y es que en España el turismo rural está muy diversificado, como corresponde a las diferentes zonas geográficas en las que se encuentran los alojamientos, cada una con unos recursos naturales diferentes, pero Cortázar piensa que esta “hetereogeneidad es una barrera importante para su promoción y comercialización en mercados exteriores”.
Fabio Núñez también es de la opinión de que el turismo rural “no sabe venderse igual de bien que la oferta hotelera urbana o vacacional”. Núñez argumenta que los propietarios rurales se deben convertir en empresarios para gestionar sus negocios con criterios de rentabilidad y apunta que “gestionar el alojamiento como un negocio al que los clientes llegan solos, como sucedía antes, ya no funciona”. El cofundador de Escapadarural mantiene que “la supervivencia está en manos de los que se formen para adaptarse a los nuevos tiempos y conozcan las reglas del juego para la promoción online”. Por su lado, Cortázar incide en lo mismo (ambos profesionales pertenecen a portales de promoción de alojamientos rurales) y sostiene que “el desarrollo de la reserva online debería ser una de las prioridades del sector como forma de acceder a mercados que hasta ahora han sido ajenos”. Eso sí, Cortázar hace un poco de autocrítica y manifiesta que este cambio de paradigma, pasando de un tratao directo con el cliente en la reserva a uno más impersonal “equivaldría además a la renovación del modelo de negocio de muchos portales de turismo rural, que deberíamos evolucionar hacia otros modelos más flexibles, más allá del pago por suscripción”.
Por otro camino apunta Luis Gurumeta, director comercial del portal Clubrural.com, quien asevera que “el turismo rural no puede compararse cuantitativamente con el de sol y playa, aunque sí es un buen complemento del mismo, especialmente para la desestacionalización del sector turístico español”. Gurumeta incide en el problema de la diversidad del negocio rural y apunta otro de los problemas: “cada comunidad autónoma tiene una legislación propia en cuanto a la categorización y descripción de los alojamientos, lo que confunde al viajero, que no tiene claro qué tipo de establecimiento buscar para sus estancias según su categoría o servicios”.
Categorías, intrusismo, impuestos…
Hace pocas semanas, el Gobierno español presentó el plan integral del turismo rural para 2014, un documento en el que se recogen las líneas maestras que la administración deberá llevar a cabo para ayudar en la modernización este subsector turístico. Gustavo Nash lo ve con buenos ojos, pero también comenta algunos puntos criticables, que entroncan directamente con los problemas y demandas de los propietarios. Como otras parcelas del turismo, el sector rural viene pidiendo una fiscalidad específica desde hace tiempo, así como planes de promoción concretos y ajustados a la idiosincrasia del negocio. El plan también contempla una clasificación homogénea con estrellas similares a la hotelera.
Sin embargo, Nash refiere que este documento no especifica “la inversión para adaptarse a la nueva clasificación y que la formación sobre productos promocionados dependerá de la voluntad de cada comunidad autónoma”. El propietario de las casas El Bulín también cree que el plan carece de concreción y de objetivos medibles. Además, el documento aprobado por el Gobierno vuelve a recurrir a las subvenciones para mejora de los alojamientos rurales, por lo que Nash asegura que “la administración pública y la privada siguen tentados a seguir con este paternalismo estatal, dando dinero público para que muchos arreglen sus casas del pueblo”, lo que en su opinión servirá para crear propiedades “que no se comercializan adecuadamente, gestionada por incompetentes, carentes de profesionalismo alguno”.
El intrusismo es otro de los quebraderos de cabeza de los propietarios. Gustavo Nash lo explica de una forma muy gráfica: “estos individuos [los propietarios de casas ilegales] trabajan bajo una economía en negro, tirando los precios descaradamente, ya que no facturan, mantienen empleados en negro, no pagan seguros, no están obligados a responder las complicadas y tediosas encuestas del INE y un largo etcétera que genera la decadencia y pobreza en todo el sector”. Sin embargo, el propietario legal se ve obligado a cumplir con unos determinados impuestos que le impiden bajar los precios más de un límite razonable, a lo que se suman otros costes, como los de Seguridad Social si tiene empleados, por ejemplo. Nash también es muy crítico con el papel que juegan las webs de alojamientos rurales en este escenario ya que en su opinión estos “grandes portales les dan visibilidad, porque para ellos es dinero que les entra por publicidad”. El propietario de las casas El Bulín pide que la actividad de estos portales se regule.
No obstante, Fabio Núñez, de Escapadarural, refiere que su plataforma “actúa de manera tajante contra dicho intrusismo y para darse de alta en nuestro portal es imprescindible estar registrado en [el organismo competente de] Turismo”. Núñez cree que “puede y se debe articular una lucha conjunta para evitarlo” por parte de la administración con medidas sancionadoras y por los propietarios legales, concienciando al cliente. Por su lado, Luis Gurumeta, de Clubrural, explica que esta web está “trabajando para evitar el intrusismo, solicitando a los propietarios que se dan de alta [en Clubrural] el número de registro turístico o su fecha de solicitud, si está en proceso de legalización”.
En el tema del intrusismo, Joseba Cortázar, de Toprural, va por otro lado y manifiesta que este portal es “una plataforma publicitaria, no un organismo público encargado de verificar y controlar la oferta”. Por ello, desde el mismo se centran en ofrecer a los propietarios “un campo específico para que indiquen el número de registro oficial de sus alojamientos y los identificamos y resaltamos de forma específica para que el viajero tenga claro que el alojamiento que está consultando cuenta con la aprobación de la dirección general de turismo correspondiente”.
El turista internacional, ¿la solución?
Una de las simplificaciones que má se oyen al hablar sobre el negocio del turismo rural es que el mismo debe atraer a una parte de los turistas internacionales que visitan España. La cuestión clave es si los propietarios y la oferta están preparados para este paso. En el Bulín llevan ocho años trabajando con huéspedes procedentes de otros países, según Gustavo Nash, quien asegura que “la clave es que hablamos cuatro idiomas”. Ello les permite contar en su base de clientes con personas provenientes de Reino Unido, Francia e incluso Emiratos Árabes. Y Nash se hace una pregunta bastante consecuente: ¿cómo van a atender los propietarios a clientes extranjeros con la carencia de idiomas que presenta la mayoría? Desde 2001, el número de turistas internacionales que se alojan en establecimientos rurales ha pasado de 124.125 a los 395.480 de 2013, es decir, que en doce años su número sólo se ha multiplicado por cuatro.
Luis Gurumeta, de Clubrural, ve el problema desde otra perspectiva y manifiesta que “en turismo de interior , España tiene una competencia muy fuerte y bien desarrollada, como la de Francia e Italia, por lo que no resulta fácil atraer al viajero extranjero, que en Europa tiene muchísimas posibilidades”. Por eso, Gurumeta cree que “los esfuerzos de los propietarios rurales no deben centrarse sólo en conseguir más ingresos aumentando el tiempo de la estancia del turista, sino dándole un valor añadido, algo más que pasar una noche en un entorno rural”, como actividades, rutas, etcétera.
Por su parte, Joseba Cortázar apunta otros medios para conseguir clientes extranjeros, como son conocer sus gustos y prioridades, o la unión entre empresarios rurales para promocionar de forma conjunta su destino. Cortázar es de la opinión de que las administraciones deben llevar a cabo “planes que revitalicen el sector, que promocionen el turismo rural en el exterior, o que las asociaciones les faciliten la formación y asistencia necesaria para desempeñar su labor”. En el caso de Fabio Núñez, el cofundador de Escapadarural, incide en la necesidad de saber idiomas: “para salir a vender más allá de nuestras fronteras hay que conocer bien los canales de comercialización y ser idiomáticamente competentes para atender a los huéspedes, tanto en la web, mails, atención telefónica como en el trato personal”. Sin embargo, Núñez considera que en el escenario actual, el propietario debe centrarse en conseguir la máxima rentabilidad con el público español.
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