Desde hace un tiempo se desarrolla una guerra entre los taxistas y los conductores con licencia VTC que trabajan para plataformas como Uber o Cabify. Las licencias VTC (siglas de Vehículo de Transporte con Conductor) son autorizaciones que se otorgan a particulares o empresas que cumplen unos requisitos. Estas licencias permiten el transporte de pasajeros particulares en esos vehículos y sólo en una región geográfica concreta. A diferencia de los taxistas, que tienen una licencia diferente, los VTC no están sometidos a unas tarifas concretas y deben cumplir menos regulaciones.
El Gobierno español ha modificado la Ley de Ordenación de los Transportes Terrestres para limitar el número de licencias VTC que deben coexistir con las de taxis. Ahora, por cada treinta licencias de taxi que haya en una comunidad autónoma se podrá conceder una licencia de VTC. El objetivo de esta medida es conseguir una coexistencia pacífica entre taxistas y conductores profesionales privados.
Desde hace años existen los conductores VTC, pero la aparición de empresas como Uber y Cabify aglutinó la oferta de estos profesionales y facilitó que el consumidor pudiese reservar su trayecto con ellos. Fue entonces cuando el sector del taxi vio peligrar su negocio económico, que está fuertemente regulado por un conjunto de normas autonómicas y locales. Por ejemplo, los taxistas, a diferencia de los VTC, no pueden fijar libremente las tarifas o tiene que librar obligatoriamente determinados días.
Las licencias VTC las otorgan las comunidades autónomas tras la petición de los particulares interesados. El precio de la licencia varía en función de la comunidad autónoma, que establece su tasa correspondiente, pero no suelen superar los 100 euros. Otra cosa es el precio de estas licencias en el mercado, cuando se venden entre particulares, donde pueden alcanzar los 60.000 euros en algunas zonas.