¿Es mejor esperar a la primavera para disfrutar de Salzburgo en todo su esplendor? Para nada. Seguramente sea la época más romántica del año para visitar la ciudad de la música… ir abrazados por la calle, sentarse junto a la chimenea de cualquier café u hotel a tomar un delicioso chocolate caliente, asistir a conciertos navideños, esquiar, un paseo en trineo bajo la nieve o simplemente pasear por sus mercadillos de adviento y aprovechar para visitar los museos. Pero eso es lo que aparece en todos los folletos turísticos del mundo, por eso este año, tenemos algunas propuestas diferentes, mucho más románticas y mucho más interesantes.
Carreras en Salzburgo. Salzburgo está de enhorabuena, el fabuloso cantante José Carreras, disfruta de la que dice será su última gira mundial y ha decidido cantar sólo en aquellas ciudades que fueron importantes para él por alguna razón especial. ¿Puede haber una ciudad más importante para un tenor, que Salzburgo? Evidentemente no, por eso, el próximo 20 de diciembre, uno de nuestros ídolos musicales, deleitará a los asistentes con esa intensa y extraordinaria voz. Es una ocasión única en la vida que bien puede ser una excusa para hacer una escapada, aunque sea breve.
Pan y pasteles como antaño
No sólo vamos a hablar de una gastronomía tradicional o de sus más que famosos panecillos, pasteles y galletas navideños… vamos a invitaros a probar las exquisiteces de la Stifbäckerei St. Peter, casi al ladito de la catedral. Fue la panadería de la Abadía de San Pedro, fundada en 696. Con la construcción del molino de agua en 1160, moler la harina era mucho más rápido y, por lo tanto, la producción también, con lo que se hizo famosa. Así que lleva más de 700 años funcionando de forma continuada, la elaboración del pan es completamente artesanal, en un horno de leña y se puede entrar a ver cómo lo hacen. Desde luego, para los gourmets es una parada obligatoria.
“Tan dulce como el amor y tan tierno como un beso”. Así se describe una de las delicias más extraordinarias que probaréis en Salzburgo, pero ¿es posible comérselo uno solo? No. No es posible, está pensado para al menos, dos personas. ¿Se os ocurre algo mejor para compartir con esa persona tan especial que os acompaña? Aunque si viajas solo… también es una oportunidad magnífica para conocer a alguien y ofrecerle compartir un Salzburger Nockerl.
El restaurante más antiguo de Europa. Y probablemente del mundo entero. Hablamos del Stiftkeller St. Peter. Al parecer hay un documento que data del año 803, en el que el erudito Alcuin, ya hablar de tal posada. Era uno de los lugares favoritos de Mozart e incluso el propio Cristóbal Colón comió allí en más de una ocasión. Actualmente es un lugar refinado de alta cocina, caro, muy caro y con porciones mínimas, como es el uso en estos lugares, pero de vez en cuando hay que darse un capricho y cuándo mejor que en una escapada romántica en Navidad.
Una cerveza más exclusiva. La Agustiner Bräu, es la cervecería más grande de Austria. 5.000 metros cuadrados más un jardín con capacidad para 1400 asientos más. Es un lugar realmente grande y que funciona dese 1621, pero lo realmente interesante, es que es la cerveza se produce allí mismo en barriles de madera, siguiendo la receta original y sin ningún tipo de conservante… según dicen. El problema es que sólo se vende en el establecimiento, así que si queréis probarla, no hay más remedio que viajar hasta la ciudad de la música. Otro aliciente, muy divertido, es que, en el interior, hay una galería que semeja un mercado tradicional y allí se venden platos típicos. Es de lo más original.
La fortaleza inconquistada
Construida en el siglo XI por los príncipes arzobispos para proteger sus riquezas, que cada vez eran mayores. Y desde luego, funcionó porque durante más o menos 800 años, fue una fortaleza inexpugnable, como de hecho fue conocida, la Hochensalzburg. En 1800, se rindió a los franceses sin pelear… por otros motivos. Actualmente es una de las fortalezas más grandes y mejor conservadas del mundo. Desde allí, uno tiene la ciudad a sus pies. Una ciudad soberbia y fascinante, en cuyos escenarios, Tristán e Isolda, Romeo y Julieta y tantos otros han caído rendidos al amor… Salzburgo es la ciudad perfecta para celebrar y encontrar el amor. Y lo mejor de todo, es que es el lugar para hacerse la foto perfecta. La foto de los enamorados.
Los conciertos navideños. ¿Qué clase de escapada a la ciudad de la música sería una que no incluyera conciertos? Pues sí, y más que nunca en Navidad. Enamorados, emparejados y solteros por enamorar tienen una cita obligatoria en los salones del Palacio Mirabell, en la Residencia de Mozart, en la Fortaleza, en la residencia de Salzburgo… o en cualquier iglesia. Música clásica, coros, villancicos, sonatas de Adviento, sonatas para violín o piano… las posibilidades son infinitas, pero para un momento tan especial, creo que hay que tener en cuenta, las cenas que incluyen concierto o, mejor aún, las galas de Año Nuevo.
Los antiguos canales. Salzburgo es la ciudad con la red de canales más antigua de Europa. Fueron construidos por los monjes de la zona, en el siglo XII y recorren nada menos que 12 kilómetros, atravesando la montaña, hasta alcanzar la ciudad. Sí señores, a pico y pala… pero es que el agua potable era una razón más que importante. En la actualidad, aun funcionan, por supuesto, de hecho, son los que alimentan la panadería Stiftbäckerei St. Peter, de la que hablábamos antes. Está claro que no es Venecia ni Ámsterdam, y que no hay góndolas que nos lleven de paseo, pero no por eso son menos románticos, ni tampoco por eso vamos a dejar de visitarlos. Un íntimo paseo de la mano por la ribera del canal… es mucho más bonito que hacerlo junto al río Salzach, donde estará todo el mundo.
Candados para el amor. Sí, Salzburgo también ha sucumbido a la moda sin sentido de simbolizar el amor a través de un candado cerrado, cuya llave se arroja al río. Ni sentido ni lógica, salvo si eres un vendedor de candados, claro. Quizá por esa razón, la ciudad, propone, que en lugar de aprisionar el amor encadenándolo en el puente Makartsteg, como hacen tantas personas, es mucho más inteligente y útil, dicho sea de paso, hacer lo contrario, cruzar el puente, pero por debajo, simbolizando la libertad y la apertura de los amores que realmente son tan fuertes que no necesitan ser atados. ¿Cómo hacerlo? Pues en una barca que recorra el río Salzach y de paso podremos disfrutar de las extraordinarias vistas de esta hermosa ciudad barroca.
Mercadillos navideños y tazas de vino caliente
Salzburgo tiene el honor de contar con algunos de los mercadillos de Adviento más bonitos de toda Europa, en ellos, es tradición rodearse de amigos y acercarse a beber un buen vaso de vino caliente, o Glühwein, o bien, un Punch aderezado con el sabor que más nos apetezca. Nada mejor para entrar en calor y poder pasear entre diversos puestos donde contemplar o incluso comprar todo tipo de adornos y regalos típicos, muchos de ellos, realizados artesanalmente, mientras picamos aquí y allá, delicias tradicionales y dulces típicos para seguir entrando en calor.
Romanticismo en estado puro. Este último punto hace referencia al Romanticismo real, al movimiento cultural, más que a lo que llamamos así actualmente. Aunque en honor a la verdad, se trata de algo que uno debería disfrutar en pareja porque ¿a quién no le gusta pasar un poquito de miedo y que su pareja le abrace cariñosamente para infundirle valor? Bien, precisamente se trata del cementerio de la Abadía de San Pedro, uno de los más antiguos y conocidos de Europa. Allí no sólo se encuentran las tumbas de la familia Mozart (aunque no del genial músico, que está en Viena) y muchos otros personajes ilustres, sino que, en la parte más antigua, las tumbas están excavadas en la propia roca de la montaña. Son catacumbas… y eran utilizadas, hace mucho tiempo, por ermitaños y monjes de la abadía, que las usaban como vivienda. Un paseo escalofriante que pone los sentidos a flor de pie y que resulta de lo más interesante. Salzburgo da para tanto que nunca podréis verlo todo en un solo viaje, pero… por algo hay que empezar y el invierno le da un toque encantador.