Llega el verano y Salzburgo se abre paso entre los destinos más apetecibles para pasar unas vacaciones memorables. La ciudad que otros años se ha llevado la palma en la gastronomía, el arte o la Historia, en esta ocasión hace honor a su fama y se presenta, más que nunca, como la ciudad de la música. El slogan de la ciudad lo deja bastante claro: “el epicentro de lo extraordinario”. De hecho, como ya dijo Max Reinhard, la ciudad entera es un escenario.
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Música en el Festival de Salzburgo
Lo primero es lo más importante, no vayamos a pasar nada por alto. En 2019, el Festival de Salzburgo rinde homenaje a los grandes mitos de la antigüedad. 199 acontecimientos en 43 días y 16 escenarios diferentes, entre el 20 de julio y el 31 de agosto. ¿Nos dará tiempo?
Habrá cinco estrenos de ópera: “Idomeneo” de Mozart; “Edipo” de Enexcus; “Medea” de Cherubinis; “Simon Boccanegra” de Verdi; y “Orfeo en los infiernos” de Offenbach. Aunque no serán las únicas, porque repetimos con “Alcina” o “Salomé”, Filarmónica de Viena incluida, en la Escuela de Equitación.
El teatro, por su parte, tampoco se va a quedar atrás: 14 escenificaciones de “Jedermann”, lo que ya es un clásico en los veranos de Salzburgo, con Tobias Moretti en el papel principal, al que seguramente recordareis por su papel en la serie televisiva “Rex”. El concierto de “Obertura espiritual” dedicado al dolor y el lamento, dos emociones muy presentes en la antigüedad. Y la “Misa de réquiem” de Verdi, en memoria de Herbert von Karajan.
Rutas temáticas en Salzburgo
Creativo y atrevido, porque este año, del 17 al 29 de junio, la ciudad de los festivales se pone contemporánea y se lanza a sorprendernos durante la Sommerszene. Los espectáculos más vanguardistas y extravagantes están garantizados, ya que su visión del arte como discurso interdisciplinar y contemporáneo ofrece una mezcla de danza, teatro y performances, instalaciones artísticas, cine y conciertos que van a dar mucho, mucho que hablar. Y es que 15 producciones nacionales e internacionales nos citan en salas y teatros, pero también en espacios públicos y escenarios al aire libre, ¿Por qué no? Ya ha llovido desde su primera edición en los años 80 y no es gratis la fama internacional que se ha labrado este festival tan particular.
No obstante, si eso no ha sido suficiente, en esta edición se abre un nuevo mundo de posibilidades con las rutas temáticas de la ciudad del barroco. La “Ruta Ciudad Nueva” nos lleva desde la nueva Estación de Tren, uno de los edificios más interesantes, a través de los Jardines de Mirabell, hasta el Puente Staatsbrücke, pasando por los nuevos juzgados provinciales o el nuevo edificio de la universidad. Por su lado, la “Ruta Panorámica” recorre el Monte Mönchsberg hasta el Barrio de los Festivales. Finalmente, la “Promenadenroute” nos lleva por las orillas del Río Salzach hasta el sur del Casco Antiguo. Lejos de los recorridos turísticos tradicionales podremos descubrir joyas de la arquitectura contemporánea, obras de arte en espacios públicos e interesantes galerías de arte. En mi opinión, esta es la parte más interesante de la nueva faceta “creativa” de la ciudad y hay que probarlo.
Y más aun, si alguien se ha quedado con ganas de arte y arquitectura, la recomendación es visitar el Hangar-7. Uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad. Está situado junto a la pista de aterrizaje del aeropuerto y se trata de una joya arquitectónica con forma de ala de pájaro, de 14 metros de altura, 1.200 toneladas de acero y 7.000 metros cuadrados de cristal. Pero no es sólo imponente desde el punto de vista arquitectónico, porque dentro alberga una amplia colección de aviones de diversas épocas, muchos de ellos utilizados por Red Bull para competiciones aéreas y cuyo interior está prohibido fotografiar, por lo que guarda un halo de misterio. Personalmente, he podido visitarlo y es cierto que merece la pena, sobre todo para los locos del motor y la velocidad. Impresiona, gusta, atrae y no te deja parpadear. Si bien, también se dice que es un punto de encuentro para los paladares más exigentes de Europa, debido al gran chef que cocina para su pequeño restaurante, pero eso es, también en mi opinión, algo exagerado. Su “arte” no puede competir con la grandeza artística del interior del mítico Hangar-7, ni mucho menos con el edificio en sí.
Cultura en Salzburgo
El museo de la fortaleza Hohensalzburg reabre sus puertas después de una reforma integral con una exposición que reúne objetos de la colección medieval del Salzburg Museum (del que forma parte). También con una gigantesca instalación multimedia acerca de la historia y del uso que se le ha dado a la fortaleza a lo largo de su Historia. 13 salas nos introducen en los distintos aspectos de la Edad Media y nos presenta a los personajes y acontecimientos más importantes de la Historia de la ciudad. Al mismo tiempo, también se inaugurará el nuevo museo interactivo “Altes Zeughaus”. Una muestra que versa sobre los avances en la construcción de fortalezas y la introducción de las “modernas” armas de fuego que se utilizaban entonces.
Además, el 20 de julio se inaugura una exposición increiblemente interesante que se extenderá hasta el 3 de noviembre, “Fly me to the Moon“, con motivo de los 50 años del aterrizaje del hombre en la Luna. Una muestra que pone de manifiesto el impacto que supuso un acontecimiento tan impresionante en el mundo entero y, especialmente, en el mundo del arte. La imagen del hombre, de su entorno y del espacio cobró una nueva dimensión que lo cambió todo radicamente, en tan sólo unas horas. El recorrido temático se centra en la “Fascinación por la luna” a través de los últimos siglos, comenzando con Galileo Galilei y la invención del telescopio, para llegar, poco a poco, a la sofisticación y vanguardia tecnológica de la actualidad.
Otras tres exposiciones completarán el panorama cultural: “De Bernini hasta Rubens. Arte Romano de la Colección Rossacher”, una exposición en colaboración con el Barrio Museístico DomQuartier; “Faistauer, Schiele, Harta… unidos por la pintura”, es la nueva muestra fruto del ciclo de cooperaciones del Salzburg Museum con museos destacados europeos; y la serie “moving portraits” de la fotógrafa y cineasta Gudrun Kemsa de Dusseldorf. De lo más suculento que os podáis imaginar.
La ciudad del pecado
Austria está especialmente marcada por su pasado imperial, en el que los monarcas marcaban el ritmo de la pastelería, exigiendo siempre más y mejores postres para agasajar y sorprender a los invitados. Además, el azúcar ayuda a combatir el frío en los meses de invierno, que no son cortos precisamente… Por eso podemos decir que en Salzburgo son unos profesionales del dulce, como postre o en cualquier momento del día, la mayoría de ellos se pueden comprar en las panaderías de la ciudad y es costumbre ir disfrutando de tu pequeño capricho por la calle. Un Strudel, un knödel de albaricoque, de coco, de queso fresco o incluso de ciruelas.
Para tomar sentados, los Kaiserschmarrn, una especie de suflé cortado en trocitos y cubierto de azúcar glas, las crepes dulces (patatschinken), las Buchteln, unas bolitas de pan de leche rellenas de mermelada o, mi favorito, Mohr im Hemd, un bizcocho de chocolate, bañado en salsa de chocolate caliente. ¡¡Fuera de lo normal!! Eso sin olvidar la archiconocida Tarta Sacher, o las deliciosas Linzertorte, que no es de Salzburgo si no de Linz, pero debería ser patrimonio de la humanidad por lo buena que está, y el Gugelhupf, la tarta de albaricoque. Es cierto… sin albaricoque o coco, la repostería austriaca sería mucho más pobre.
Y el postre del postre: Salzburger Nockerl, un dulce típico que sólo se puede tomar recién preparado, así que paciencia porque lo merece, son tres pirámides de suflé de huevo con azúcar y vainilla doraditas al horno… Eso sí, es un postre para compartir.
Y otra cosa no, pero compartir en Salzburgo es casi un mandamiento. Podéis pecar sentados a una buena mesa, podéis pecar llevando el disfrute de los sentidos a cotas insospechadas, ya sea disfrutando de una obra de arte o vibrando con un concierto inigualable. Pero nunca podéis dejar de compartir lo mejor de la ciudad con alguien especial, porque compartidas las penas son la mitad, pero las alegrías son el doble… El doble, en Salzburgo, es verdaderamente mucho. ¡Feliz verano!