Los que viajamos habitualmente conocemos bien la sensación que invade nuestra alma cuando llegamos y algún familiar o amigo viene a recogernos al aeropuerto. Si esto no sucede, cuando el viajero sale por la puerta del recinto y ve como otras personas sí son recibidas se siente un inmenso vacio y envidia. Una práctica muy habitual es esperar al viajero con un cartel en el que se indica su nombre, generalmente escrito a mano.
Para dar un poco más de glamour a esta tarea, la empresa BannerXpress ha creado un kiosko en el que se pueden imprimir carteles para recibir a los familiares u otras personas. De momento, el Aeropuerto de Schiphol (Holanda) ha sido el único en incorporar este dispositivo. El precio varía de los 4 euros a los 15 euros y permite elegir fuente, tamaño de la letra, colores y longitus del cartel, que puede ser de hasta tres metros.
A algunos les puede parecer una tontería, otros verán una forma de tener un detalle con un ser querido. En cualquier caso, iniciativas como esta añaden notas de calidad a los aeropuertos, instalaciones que la mayoría de las veces son frías. Aunque, más que con el cliente familiar, la oportunidad puede estar en el viajero de negocios, quien desconoce a su contraparte.
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