Ryanair es una aerolínea modélica en el aspecto financiero. Es la compañía que más pasajeros transporta en Europa, con una media de 127 millones anuales. Además, su nivel de ingresos está a la altura de los grandes grupos, con 7.151 millones de euros. Y su rentabilidad operativa es del 23%, con un resultado antes de gastos financieros e impuestos de 1.667 millones en su ejercicio fiscal 2018, que cerró el pasado 31 de marzo. Pero estas cifras de la línea aérea que dirige Michael O’Leary se pueden ver comprometidas.
Desde el verano, los trabajadores de la aerolínea irlandesa están en pie de guerra en seis países y ya han realizado varias huelgas. La última fue el 28 de septiembre y afectó a España, Alemania, Portugal, Holanda, Italia y Bélgica. En total se cancelaron cerca de 250 vuelos en toda Europa, menos de los 400 vuelos cancelados el 10 de agosto, la anterior jornada de paros. Pilotos y personal de cabina se quejan de las condiciones laborales de Ryanair, sobre todo de que no se permita representación sindical en la empresa y de que los contratos laborales se realicen bajo la legislación irlandesa y no la de cada país en el que trabajan. Esta práctica de la aerolínea le ha permitido ahorrarse millones de euros en costes laborales, que varían en función de cada país de la Unión Europea (UE).
Sin embargo, si Ryanair accede a las demandas de sus empleados, su modelo de negocio y su rentabilidad se pueden ver tocados. Los costes de personal (738 millones en el pasado ejercicio) suponen el 20,6% de todos los gastos de la compañía sin incluir el combustible. Esta proporción es similar a la de aerolíneas competidoras, como Easyjet, que dedica el 19,8% de sus gastos al personal. En un grupo más grande como IAG (Iberia y British Airways), el gasto de personal supone el 30,8% de todos los costes.
Violeta Bulc, comisaria europea de Transporte, y Marianne Thyssen, comisaria de Empleo y Asuntos Sociales, han recordado la obligatoriedad de que las empresas que operan en la UE apliquen la normativa laboral del lugar en el que prestan sus servicios los empleados. Todo indica que Ryanair se verá obligado a contratar a sus trabajadores bajo la normativa y las condiciones salariales de los países donde tienen su base operativa. Y esto incrementará los costes laborales de la compañía, como mínimo, entre un 10% y un 14%. Irlanda, el país de origen de la aerolínea y donde se radican los contratos con su personal, tiene uno de los costes por Seguridad Social más bajo de la UE, con un 13,7% del total del sueldo en 2017, según Eurostat, la oficina estadística de la Unión Europea. Esta cifra contrasta con el 25% de España; el 20% de Portugal; el 27% de Bélgica e Italia; y el 24% de Holanda. Países donde los empleados de la compañía han realizado la huelga.
Hace pocos días, Ryanair anunció un acuerdo con los sindicatos de tripulantes de cabina en Italia por el que se pone en marcha un convenio colectivo para estos profesionales desde el 1 de octubre. El convenio estará vigente durante tres años, Ryanair se somete a la legislación y a la jurisdicción laboral italiana, realizará contratos laborales a la tripulación en el país mediterráneo, creará un nuevo plan de pensiones y elevará el sueldo en especie de los trabajadores. Acuerdos similares pueden alcanzarse en el resto de país donde ha surgido el conflicto para Ryanair. Además, en los últimos meses, la compañía ha reconocido al sindicato de tripulantes de cabina de Irlanda y Alemania y ha sellado un convenio colectivo con sus pilotos en Italia.
El incremento del coste laboral conllevará en poco tiempo el aumento de los salarios, que tendrán que regirse por acuerdos en cada uno de los países. Todo ello podría hacer que los costes por personal lleguen al 30% en los gastos de Ryanair, lo que supondrá una disminución en su beneficio operativo y en la rentabilidad para sus accionistas. En su último informe de resultados, Ryanair reconoce que está dando el paso de respetar los convenios colectivos que acuerda con los sindicatos, pero que estos “tienen expectativas poco realistas y presionan para poner en marcha prácticas de trabajo improductivas que si se admiten añadirían complejidad y costes al negocio”.
Las opciones de Ryanair son pocas y las huelgas ya le están pasando factura en la bolsa, donde ha perdido 5.000 millones de capitalización en el último semestre. Los costes que le suponga contratar en los estados de la UE donde opere puede asumirlos, disminuyendo su beneficio o bien trasladarlos al consumidor mediante un incremento de sus tarifas. El precio medio del billete en el ejercicio fiscal 2018 ha sido de 39,40 euros, un 15,1% menos que hace cuatro años. Si opta por la última opción, ya no podrá proclamarse la aerolínea con las tarifas más bajas.