Debemos coincidir con nuestros colegas del diario El Mundo en que la revisión de sólo el 0,13% de los vuelos de Spanair operados entre enero y junio de este año es preocupante. Porque parece improbable encontrar ninguna anormalidad en las aeronaves de una compañía que realiza más de 300 vuelos diarios con ese ratio de inspecciones. También es preocupante el hecho de que ante una situación de crisis en la misma línea aérea no se ejerciese una mayor presión inspectora, no para sorprender a la aerolínea en un renuncio, sino para garantizar la seguridad de los pasajeros.
Pero, a pesar de que todo ello nos preocupa, también llaman nuestra atención las palabras de Jose María Íscar, portavoz de Sepla, que ayer reconocía a Europa Press que “hay poca inspección y de poca calidad”. Si esto es verdad, y a la luz de los datos así lo parece, la pregunta que nos hacemos es: ¿desde cuándo se sabía? Y si estos hechos se conocen hace tiempo, ¿por qué no se han denunciado antes y se ha presionado a las autoridades para que se mejore? Sobre todo después del incidente de Air Madrid.
El Sepla es un sindicato poderoso que hace temblar a las aerolíneas cuando anuncia una huelga, pero no ha movido un solo dedo para denunciar estas situaciones con anterioridad. ¿Por qué no una huelga en defensa de la seguridad de los pasajeros? Nosotros somos la herramienta última gracias a la que los pilotos cobran. Sin pasajeros no existirían aerolíneas comerciales. Pero no, ha tenido que ocurrir el terrible siniestro de Barajas para que algunas voces denuncien claramente que la inspección no funciona. Entonces, ¿de qué nos quejamos? Que se tomen ya las medidas para solucionarlo. Y es que tenemos la inspección que nos merecemos.
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