Thomas Cook se prepara para recibir una inyección de 750 millones de libras (829,74 millones de euros) del conglomerado chino Fosun, que ya es accionista del turoperador británico. Thomas Cook es uno de los mayores turoperadores europeos y uno de los proveedores de viajeros (y de negocio) más importante para hoteles y agencias de viaje del continente (también de Turquía y el norte de África). Los problemas que atraviesa la firma británica se resumen en dos puntos. El primero es su elevado endeudamiento financiero de 1.800 millones de libras. Peter Frankhauser, consejero delegado de Thomas Cook, ha explicado que “cada año tenemos que vender 3 millones de vacaciones para poder pagar los intereses [de las deudas]”. Es decir, el repago de los préstamos bancarios y los bonos emitidos por la empresa se come buena parte de los ingresos. En segundo lugar, la crisis de Thomas Cook es consecuencia del cambio de consumo en los viajes, con el progresivo abandono de la contratación de paquetes (incluyen vuelo, hotel más actividades) por parte del viajero y su inadaptación al mismo. La empresa hace negocio en un entorno muy competitivo, con agencias de viajes online que tienen sus costes medidos al milímetro y que no cuentan con lastres como las 567 agencias de calle que mantiene el gigante de la turoperación.
La china Fosun ya posee una pequeña porción del capital de Thomas Cook, pero esta inyección de dinero le dará mayor control (también le proporcionará una pequeña participación en la aerolínea del grupo) e irá en detrimento del resto de accionistas, que verán reducida su participación. El montante de la operación, que todavía está sometida a la evaluación de Fosun, supondrá el mayor que ha realizado una empresa china en otra británica desde hace años. Además, parte de la deuda que mantiene Thomas Cook se convertirá en acciones, lo que reducirá aún más la participación de los actuales accionistas. Por eso no es de extrañar que la cotización de la empresa británica haya descendido un 45% desde el anuncio de las negociaciones, con su acción a un precio de 5,48 libras al cierre de este artículo (en junio de 2007 tuvo un máximo de 280 libras).
En cualquier caso, a Thomas Cook le hace mucha falta esta operación. La empresa necesita efectivo para afrontar la temporada de invierno, la más débil en ventas en el sector turístico. En 2018, Thomas Cook ingresó 9.584 millones de libras y el resultado de sus operaciones normales arroja un beneficio de 97 millones de libras. Pero el pago de las deudas convierte estos números negros en pérdidas. Además, el beneficio operativo se ha reducido un 57% en un año por los mayores costes.
Pero el acuerdo con Fosun también es necesario para las empresas que dependen del turoperador, sobre todo hoteles y agencias de viaje en el área mediterránea. Mabrian, compañía especializada en el análisis de datos, calcula que el turoperador tiene reservadas más de 850.000 plazas entre mayo y diciembre en las Islas Baleares y en Canarias. Plazas que estarían en peligro ante una quiebra de Thomas Cook. El 58% de estas reservas se han realizado en el archipiélago canario, lo que supone el 5% de los visitantes a las islas en esos meses. Si Thomas Cook quiebra el impacto sería reducido en las islas Afortunadas, pero podría hacer mucho daño a hoteleros concretos, cuya dependencia de los viajeros de Thomas Cook para hacer la temporada veraniega es más elevada.
Global Data, otra empresa especializada en big data, explica en un comunicado que el negocio de Thomas Cook debe cambiar tras la inyección de dinero por Fosun. De un modelo centrado en la venta de paquetes vacacionales con todo incluido debe reorientarse a la mejora de la venta online y a competir con compañías como Airbnb, que están comiendo terreno en el sector del alojamiento. Este cambio en el negocio significará el cierre de algunas de las 567 agencias de viaje que mantiene Thomas Cook, así como la pérdida de los empleos asociados.
El cambio en los hábitos de los viajeros ha incidido mucho en el negocio de Thomas Cook. Aunque la venta de paquetes vacacionales en Europa ha crecido un 4% en 2018 (hasta los 55.500 millones de euros), según Phocuswright. Los grandes turoperadores han perdido pie frente a la venta on line, que es donde los clientes buscan ahora los viajes. Phocuswright calcula que la venta de paquetes vacacionales a través de Internet supone el 37% de todas las ventas y crece año tras año. Un reciente informe de la consultora Braintrust destaca que sólo el 9% de los menores de 40 años prefieren reservar un paquete vacacional, frente al 71% que compra los servicios sueltos.
Por otro lado, los turoperadores han caído en la trampa de la guerra de precios, vendiendo vacaciones con todo incluido con tarifas muy rebajadas. Y también haciendo descuentos de último momento que han llevado al comprador a esperar hasta el final para adquirir sus vacaciones, sabedor de que los turoperadores tendrán que rebajar los precios para darles salida. Sin embargo, los costes que deben afrontar las empresas han crecido o se han mantenido.
Por último, la crisis de Thomas Cook (que también afecta a otros turoperadores, la alemana TUI anunció pérdidas en la primera parte del año) muestra la mutación que deben sufrir los destinos turísticos que han vivido de este tipo de empresas. La ventaja de los grandes turoperadores es que entre enero y febrero negociaban con hoteles y agencias de viajes el número de clientes que les iban a llevar en la temporada media y alta veraniega (entre mayo y noviembre). De esta manera se conseguía una seguridad en los ingresos que tendrían los hoteleros a lo largo de una época vital para su negocio a un coste mínimo. Pero el declive de los grandes turoperadores obliga a las empresas a buscar clientes en Internet y a afrontar costes de marketing elevados para conseguirlos.