Turismo cultural en España

Fachada principal de la catedral de León | Foto: David Fernández

España es uno de los países europeos con mayor número de catedrales en su territorio. La religión católica ha tenido una influencia capital en la cultura del país mediterráneo y buena prueba de ello son los templos religiosos que se hallan desperdigados por el mismo. Más allá de cuestiones religiosas, las catedrales son monumentos artísticos que nos hablan de una forma de construir, de unos estilos arquitectónicos, de unas decisiones estilísticas basadas en creencias y convicciones. Es la Historia la que se filtra a través de sus piedras y no siempre cuentan con los fondos necesarios para mantener y dar a conocer este patrimonio.

En 1990 se puso en marcha el Plan de Catedrales por el Ministerio de Cultura. La idea era consensuar unas líneas generales para cuidar los principales templos religiosos, que son un atractivo turístico para muchas ciudades. Este plan contabiliza 90 templos en los que realizar mejoras e inversiones para su mantenimiento. Pero una cosa son las intenciones y otra muy diferente la disponibilidad de los fondos. En el propio plan se indica que “transcurridos 20 años, la gran mayoría de las catedrales no han alcanzado más que una pequeña parte de las inversiones previstas en aquel momento, continuando pendientes muchas de las actuaciones entonces propuestas, debido a la falta de suficiente disponibilidad económica por parte de las Administraciones y los Cabildos”.

Entre 1997 y 2003, sólo la catedral de Sigüenza recibió inversiones por valor de 1,4 millones de euros para su conservación. Le sigue la de Burgo de Osma, que se acerca a los 1,2 millones, y la de Oviedo, que también roza esa cantidad. Se trata de un dinero que llega con cuentagotas y el estudio no da un importe global de las inversiones realizadas en los 20 años del plan de catedrales. Ante esta falta de interés público por la conservación de estos centros históricos, la Iglesia, que sigue siendo propietaria de las catedrales, ha ideado fórmulas para su mantenimiento, como el cobro de una entrada en la mayoría de las mismas. Hace pocas semanas, se desprendió un vierteaguas de dos kilos y 40 centímetros de la catedral de León, uno de los templos góticos más admirados y misteriosos de España. Sus responsables se han quejado de la falta de inversión por parte de las administraciones para mantener el templo, que cobra una entrada de 5 euros con esta finalidad desde 2012. ¿Barato o caro? Hay que tener en cuenta que el templo leonés tiene más de 600 años de vida y que recibe una media de 206.000 visitantes al año. Con esta afluencia, la recaudación alcanza el millón de euros para mantener sus famosas vidrieras, realizar el mantenimiento general, pagar al personal…

La financiación de las catedrales puede partir de tres vías: Iglesia, Estado, comunidades autónomas (y diputaciones) y las propias ciudades que las albergan. En general, las administraciones públicas fallan a la hora de invertir en estos centros de arte e historia. Los Presupuestos Generales del Estado para 2015 prevén una partida de 24,7 millones de euros para restauración y conservación del patrimonio histórico. Si todo este dinero fuera destinado a las catedrales, cosa que no sucede, porque en España abunda el patrimonio de diversa procedencia, cada uno de los 90 templos recibiría 274.000 euros. Y las cifras reflejan claramente la política gubernamental en este sentido: en 2011, el presupuesto para la misma partida era de 45,9 millones de euros, 20 millones más que en el año actual.

Este descuido es consecuencia de la inexistencia de una política cultural y patrimonial cohesionada en España, que obligue a la Administración y a los propietarios de los bienes, como la Iglesia, a sufragar los gastos de mantenimiento de monumentos y edificios. Algunas catedrales son un verdadero negocio para la Iglesia, pero también para las ciudades en que se encuentran, como la de Sevilla, que cobra 8 euros y recibió 1,5 millones de visitantes en 2014, es decir, que recaudó 12 millones por las entradas, más lo que reciba de los feligreses.

España es un país conocido en el exterior por sus playas, el buen tiempo, la vida nocturna, determinadas tradiciones y la crisis económica que sacude a sus ciudadanos. Pero su patrimonio histórico y la incidencia que éste ha tenido en la marcha del país y de Europa es un asunto desconocido para la mayoría de visitantes. Como este medio ha comentado en diversas ocasiones, atraer a un turista interesado en la cultura, que realiza mayor gasto, sin decuidar al que visita España por sus playas y sin poner en peligro el patrimonio histórico, puede ayudar a revitalizar la economía de zonas de interior y enseñar las joyas que guardan ciudades como León, Ávila, Segovia, Salamanca o Valladolid, por citar algunas en la comunidad de Castilla y León.

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