Turismo taurino en España

Toro bravo en Finca Jandilla, Jerez de la Frontera | Foto: Beatriz de Lucas Luengo para Meraki TV Travel

El turismo taurino puede ser una opción para revitalizar determinados destinos, sobre todo del interior de España, según Meraki TV Travel. Aunque la figura mítica del toro ha provocado polémica por el uso que se hace del animal en determinados festejos, como las corridas, la crianza de una ganadería de toros bravos es beneficiosa para el medio ambiente y para toda una cadena de productores y negocios. Un estudio de la Asociación Nacional de Organizadores de Espectáculos Taurinos (Anoet) cifra en 3.500 millones de euros anuales el negocio alrededor del toro bravo.

José María Ramos, director de Bull Watch Cádiz, explica que en su empresa realizan “un turismo de naturaleza y queremos ofrecer una formación sobre la vida del toro y una información objetiva, con criterios sobre la vida del toro, de la vaca, del becerro, del caballo o de las aves para saber cómo vive ese animal en el campo”. El toro bravo es un ganado extensivo que se alimenta de forma natural. Según los ganaderos, la existencia de este animal y de las fincas donde se cría permite que esas tierras no se usen para el cultivo, lo que las impregnaría de productos artificiales para conseguir su máxima explotación. De esta manera se mantiene el ritmo ecológico de la tierra y se crea un hábitat único para las aves y otro tipo de fauna. “Mantener el toro bravo es tan importante como mantener un ecosistema particular, sin su existencia no tendríamos ciertas especies y esa conjunción de aves, especies animales y especies vegetales de la dehesa”. Otros, como la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal (AVATMA) no están de acuerdo.

Más allá del uso del toro de lidia como centro de la fiesta taurina y receptor de unas heridas y una muerte que muchos consideran crueles, se encuentra el toro como elemento ecológico fundamental. Ramos explica que el “turismo taurino no es pensar en plaza de toros; todo lo contrario, es irnos al origen para conocer esta raza autóctona”. Y sobre las salidas del animal, además de los festejos, habla de la gastronomía: “no sólo es la cola de toro, se trata de un ganado ecológico que vive durante años en una dehesa extensiva, lo que tiene mucha importancia para la gastronomía” por la calidad alimentaria de esa carne.

No hay que engañarse: los ganaderos crían los toros por pasión, sí, pero también por interés económico. Mantener un toro de lidia cuesta unos 5.000 euros durante cuatro años de cría y el ganadero quiere ver una rentabilidad tras este proceso. Sin ella, ya sea mucha o poca, el toro de lidia no existiría. Este medio ha charlado con Salvador de la Puerta Domecq, uno de los propietarios de Finca Jandilla (con 700 hectáreas de superficie, la mitad de ellas dedicadas al cultivo), quien sostiene que la cría del toro bravo no ofrece una alta rentabilidad. En los últimos años, el número de corridas ha descendido debido a la crisis y a la mayor sensibilidad política y social en contra de este tipo de festejos. Sí se han mantenido los encierros y otras fiestas típicas, pero los precios de compra de los toros muchas veces los hacen insostenibles.

El director de Bill Warch Cádiz explica que la ganadería taurina está muy controlada y reglamentada, tanto por el Gobierno español como por las autoridades europeas, lo que hace que se tengan que cumplir una serie de procesos que encarecen más la cría del toro. También es verdad que la administración española ha dedicado cientos de miles de euros en subvenciones para apoyar estas cabañas. En España hay cerca de 600.000 hectáreas dedicadas a la cría de ganado bravo, aunque otras fuentes las cifran en 280.000 hectáreas. Por su lado, Domecq, sabedor de que los ganaderos se encuentran en el ojo del huracán, manifiesta que “el antitaurino es desconocedor de lo que hay detrás del toro”. Quizá empresas como Bull Watch Cádiz puedan hacerlo entender.

Nota: por error, en una versión anterior de este artículo, se especificó que criar un toro cuesta 5.000 euros al año, cuando en realidad este es el coste de cuatro años de crianza. La información ha sido subsanada en el texto.

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