MADRID.- Turquía ha sido históricamente un enclave de encuentro entre la cultura europea y la asiática. Desde los tiempos de la Historia de Heródoto, en la que el autor griego describía la zona como un área de paso para los ejércitos asiáticos del rey Jerjes, la lengua que toca el final de Grecia y Bulgaria con el principio de Asia ha sido muy controvertida. Ahora Europa y Asia se unen por un túnel ferroviario a través del Bósforo turco, el canal que separa la ciudad de Estambul. El doble túnel de Marmaray ha tardado nueve años en construirse, pero su diseño se remonta a hace un siglo y medio.
La línea discurre sobre más de 13 kilómetros del estrecho que separa ambos lados de la ciudad de Estambul, con un tramo submarino de 1,4 kilómetros. Las obras han costado 3.300 millones de euros y la capacidad de transporte será de un millón y medio de pasajeros al día. Para financiar el proyecto, el Gobierno turco ha tenido que pedir ayuda al Banco de Japón, mientras que el grupo español OHL está a la cabeza de un consorcio encargado de las líneas férreas.
Aún faltan algunos detalles, como las conexiones con el resto de la red del metro de la capital económica y más poblada de Turquía (la capital oficial es Ankara). Durante los trabajos para la construcción y puesta en marcha del túnel se han hallado diversos restos arqueológicos que han retrasado los trabajos. Del subsuelo se han extraído una treintena de navíos bizantinos, en lo que representa la mayor flotilla medieval jamás descubierta.
La construcción del túnel del Marmaray no ha estado exenta de polémica. Algunos técnicos han expresado su rpeocupación porque se haya inaugurado demasiado pronto, lo que de momento limita la actividad en el túnel. La inauguración ha coincidido con el 90 aniversario de la creación de la República turca. Algunos críticos ven en este hecho ciertos aires de grandeza de Recep Tayyip Erdogan, primer ministro del país. Según técnicos consultados por la agencia France Presse, el túnel carece de los sistemas electrónicos de seguridad para el paso de los trenes (un uso inadecuado de los mismos, junto con un despiste, provocó el accidente de Santiago de Compostela).
Por otro lado, la zona del estrecho del Bósforo tiene un alto nivel sísmico, por lo que otros críticos ven un peligro añadido en una catástrofe natural. Binali Yildirim, ministro de Transportes, ha descartado este problema argumentando que se ha construido el túnel para que soporte un movimiento sísmico de nivel 9 en la escala de Ritcher. En cualquier caso, parece que la construcción de este túnel era una cuestión de vida o muerte. El diario turco Yeni Safak ha revelado un manuscrito firmado por miembros de la autoridad de Transportes de Turquía en el que habían realizado un pacto de sangre y aseguraban que se suicidarían si la obra no se inauguraba el 29 de octubre, fecha del 90 aniversario de la república.