Un accidente aéreo siempre es una tragedia de grandes dimensiones, ya que en pocos segundos se pierden cientos de vidas. Ahora, lo más importante tras el siniestro del vuelo JK5022 de Spanair, es preocuparse por los familiares de los 153 fallecidos y atenderlos como es debido, dándoles todas las facilidades y ayudas necesarias. No es fácil pasar estos momentos y nadie que no haya estado en la misma situación puede saber el dolor que están sufiendo todas estas familias. Desde revista80dias.es queremos ser partícipes del pésame general.
A falta de la correspondiente investigación de las autoridades de Aviación Civil y del Juzgado encargado del caso, que se ocuparán de aclarar las causas del accidente, nos parece sensacionalista la actitud de algunos medios de relacionar la crisis interna que vive Spanair con el accidente. Spanair es una firma con 20 años de profesionalidad a sus espaldas, controlada por el grupo sueco SAS, uno de los mayores de Europa. Aquellos que se empeñan en sugerir que el accidente ha podido ser causado porque la aerolínea no cumple los controles por su delicado estado financiero es que no sabe de qué habla. Para que un avión vuele en nuestro país debe pasar unos rigurosos controles de seguridad y mantenimiento, con los que obtiene el OK para el despegue. A ello se suma el celo de los comandantes, que, a la mínima alarma, devuelven el avión a los hangares para su revisión y cambio, si es necesario.
La excusa de que el MD-80 siniestrado era muy antiguo, de los años 90, tampoco nos sirve. ¿Pero qué nos pasa? ¿Los que volamos pensamos que lo hacemos en aparatos de última generación? Un avión tiene un ciclo de vida muy largo, de hasta 20 años, y esto es así porque casi anualmente se le somete a una revisión completa, desmontándolo, revisando sus piezas, cambiando por otras nuevas las inservibles y volviéndolo a montar de cero. Además, periódicamente se somete a los aparatos a rigurosas inspecciones de su estado (sin desmontarlos) y antes de cada vuelo se vuelve a realizar una revisión más somera. El fallo, indudablemente, puede ocurrir, nadie está exento. Pero no será por falta de garantías.
Todos hemos volado, y lo seguiremos haciendo, sin problemas en modelos antiguos, de los años noventa. Las aerolíneas que no han surgido en los últimos cinco años cuentan con modelos que tienen casi 10 años (o más). Sin ir muy lejos, Iberia dispone de siete aviones MD-88 (de la misma gama que el siniestrado) para sus vuelos de corto y medio radio. Otro dato: en EEUU es un avión muy usado para los vuelos internos.
Por favor, dejemos de ser tan amarillistas y de querer buscar explicaciones en hechos que no están relacionados con el accidente. Las responsabilidades tendrán que determinarlas Aviación Civil y el Juzgado competente. Los medios podemos y debemos investigar, pero con rigor y seriedad, sin aventurarnos a hipótesis peregrinas. Y una última petición: a volar. Y si tiene que ser con Spanair: con toda seguridad.
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