Esta semana ha pasado desapercibida en la mayoría de los medios la noticia de que el número de turistas extranjeros que nos visitaron en enero ha aumentado un 1,1% con respecto al mismo mes de 2009. Desde un punto de vista objetivo hay que reconocer que no era difícil conseguir un mayor número de visitantes que el año pasado, ya que 2009 fue el peor de los últimos cinco ejercicios. Sin embargo, la cifra puede suponer un punto de inflexión en el maltrecho estado del turismo para los próximos meses. La prueba de fuego estará en la Semana Santa.
Canarias es la ganadora, con un crecimiento del 1,6%. Tras meses de caídas, el archipiélago ha empezado a recuperarse, lo que también indica que el mercado británico (el principal de la región) puede estar iniciando la mejoría. Esto también sería bueno para otros destinos de playa. No obstante, debemos señalar que las autoridades, desde el Gobierno a las CCAA, pasando por las empresas privadas, no deberían dormirse en los laureles. Sigue siendo necesario diversificar la oferta española y desestacionalizarla para generar más y mejor negocio. Y también es imperioso ganar en competitividad.
Por otro lado, la cruz de esta moneda hay que buscarla en las pernoctaciones hoteleras. España es el primer país de la Unión Europea en el que más noches de hotel se pasan. Pero también es verdad que éstas han descendido por encima de la media europea en el último año, consecuencia de la excesiva dependencia de nuestro turismo de los visitantes extranjeros. Otros estados como Alemania o Gran Bretaña han tenido caídas muy inferiores porque su negocio turístico es movido mayoritariamente por el mercado interno. Y, por su lado, los hoteles se han visto obligados a bajar sus precios, por lo que, aún siendo el país con mayor número de pernoctaciones, la rentabilidad también ha decaído.
No estamos diciendo que haya que centrarse sólo en el cliente nacional, sino que hay que potenciar más el producto que se ofrece al mismo y buscar nuevos mercados internacionales en países con mayor recorrido que los tradicionales europeos. Pero para eso hay que vender algo distinto.
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