MADRID.- Los aeropuertos son espacios públicos y, de vez en cuando, nos sorprenden con imágenes polémicas. Por ejemplo, las que ha grabado un videoaficionado en el fin de semana del 4 de julio en el Aeropuerto de Barcelona-El Prat. Un avión, Boeing 767-300, de la compañía rusa UTair estaba realizando la maniobra de aterrizaje cuando por la pista en que debía posarse se cruzó una aeronave de Aerolíneas Argentinas, un A340-300. En ese momento, el comandante del UTair decidió abortar el aterrizaje y volver a elevar el avión.
En un primer momento, fuentes de Aena Aeropuertos, en un inminente proceso de privatización, ha explicado que ninguna de las aeronaves ni su pasaje corrieron peligro, ya que la separación entre ambas era la requerida para que no colisionasen. Sin embargo, el piloto del avión ruso no lo debió de ver tan claro. Aena ha confirmado que las imágenes son reales y mantiene que ninguno de los pilotos de los dos aviones ni la torre de control se han quejado ni han formulado una denuncia. A pesar de ello, la empresa pública ha abierto una investigación para esclarecer los hechos. También se ha notificado a la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil (CIAIAC) para que decida si se considera como un incidente que deba investigarse. Desde Aena achacan a la perspectiva de la grabación el hecho de que parezca que las distancias son menores. Efectivamente, la posición desde la que se hizo el vídeo no permite apreciar la distancia existente entre ambos aviones para valorar el peligro, pero el comandante de UTair tampoco debió apreciar mucha seguridad en la maniobra y optó por volver al aire cuando le quedaban pocos metros para tomar tierra.
Desde hace unos años, el Ministerio de Fomento ha modificado la forma en que se gestiona la rodadura de los aviones en los aeropuertos españoles. Antes, la colocación de los aviones en las pistas para su despegue y en los parking correspondía a los propios controladores aéreos, pero desde 2011 este sistema se sustituyó por el de unos profesionales independientes que dan instrucciones a los pilotos. En su momento, los controladores aéreos avisaron de que este sistema aumentaría los riesgos y disminuiría la seguridad en las pistas españolas.
La seguridad en los aeropuertos y cielos españoles ha sido fuente de polémica desde el accidente de Spanair en el Aeropuerto de Madrid-Barajas, el 20 de agosto de 2008, en el que murieron 154 personas. En este caso, según la investigación, el fallo se localizó en el malfuncionamiento de una sonda y en un error de los pilotos a la hora de preparar el aparato para el despegue. La investigación del juzgado de instrucción imputó a dos técnicos aéreos por su presunta responsabilidad a la hora de manipular la sonda y arreglar el problema que daba, pero no llegó a celebrarse el juicio penal, ya que la Audiencia Provincial entendió, sin celebrar la vista, que no había indicios suficientes para imputarles un delito imprudente. La longevidad de algunas aeronaves y la falta de recursos de la administración para investigar las condiciones de seguridad de los aviones saltaron a la palestra.
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