Brasil podría ser la potencia económica de Iberoamérica, pero se queda a medias por un problema endogámico en los países de Centro y Suramérica: la corrupción. Los tres últimos presidente brasileños se han visto mezclados en escándalos de corrupción. Todavía resuena en Brasil el “despido” de la presidenta Dilma Rousseff por parte del parlamento del país americano. El Think tank Pew Research Center ha realizado una encuesta entre los brasileños que sirve para dibujar la imagen que tienen de su propio país. Como es de esperar, no es nada buena.
El 82% de los brasileños indica que la situación económica del país es mala, el doble de los que se pronunciaron en este sentido en 2013. Hay que tener en cuenta que más de 14 millones de personas se encuentran en paro en Brasil, un 13,7% de toda la fuerza laboral, un aumento de seis puntos en el primer trimestre de 2017. Y el paro es especialmente significativo entre los jóvenes (como ocurre en España, por ejemplo), ya que casi tres de cada diez brasileños entre 18 y 24 años no tienen trabajo.
En cuanto a la corrupción, el 95% de los brasileños encuestados por el Pew Research Center consideran que los políticos corruptos son el gran problema del país. Y es que seis de cada diez brasileños entienden que la corrupción es un problema muy importante. Además, sólo un 25% de los brasileños espera que la situación política va a mejor; el resto prevé que la situación empeorará o seguirá igual en los próximos cinco años. Hay que tener en cuenta que Michel Temer, el actual presidente de Brasil, también mezclado en acusaciones de corrupción, es el mandatario menos popular después de Dilma Rousseff y de su antecesor, Lula da Silva.
A pesar de todo, el brasileño no pierde su visión positiva de la vida (lo que es decir mucho en un país con altas tasas de pobreza en las grandes ciudades, pero también en las zonas rurales). Un 69% de los encuestados pronostica que la situación económica del país mejorará en los próximos 12 meses.
Hay que tener en cuenta que el PIB de Brasil (la riqueza que genera el país) ha descendido un 8% en los pasados dos años. En el primer semestre de 2017 la economía brasileña se ha recuperado gracias a la exportaciones de soja. Brasil es un país muy dependiente de sus exportaciones y poco eficiente desde el punto de vista energético, ya que a pesar de sus reservas petrolíferas no cuenta con industria transformadora. La crisis de las materias primas de los últimos años ha afectado profundamente al país iberoamericano.